Poderosa Afrodita

TÍTULO ORIGINAL Mighty Aphrodite

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director y guionista: Woody Allen. Intérpretes: Woody Allen, Mira Sorvino, Helena Bonham Carter. 93 min.

Un culto matrimonio de Nueva York adopta a un bebé abandonado por su madre. Al cabo de los años, mientras la mujer (Helena Bonham Carter) se deja absorber por su trabajo, Lenny (Woody Allen), el marido, sigue entusiasmado con la educación de su hijo, un chico pacífico y muy inteligente. Cansado de su esposa -que además tontea con un colega- y obsesionado con que la madre biológica del chico debe de ser una persona extraordinaria, Lenny decide conocerla. Su sorpresa es mayúscula cuando descubre que la idolatrada madre es Linda (Mira Sorvino), una joven prostituta, ingenua y sin educación. Lenny la ayudará a salir de su lamentable situación.

En Poderosa Afrodita, Woody Allen vuelve a sus radiografías familiares de hace años (September, Otra mujer, Delitos y faltas, Alice, Maridos y mujeres), pero con el tono decididamente cómico de Misterioso asesinato en Manhattan. Además, esta vez modifica su habitual estilo realista con la inclusión de un singular coro griego -versión moderna del coro de Edipo Rey de Esquilo-, que interrumpe de vez en cuando la acción, para explicársela al espectador o para aconsejar al propio Lenny. Este hilarante paralelismo con las tragedias griegas clásicas, muy bien desarrollado por el guión -candidato al Oscar-, añade un punto de originalidad a la habitual puesta en escena de Woody Allen -variada, agilísima y cimentada en unos diálogos magníficos-, así como a su férrea dirección de actores. El propio Allen borda un papel que él mismo se ha hecho a la medida, y la joven Mira Sorvino -que opta también al Oscar- consigue una interpretación encantadora y llena de recursos.

En apariencia, el tono se distancia del pesimismo existencial de otros films de Woody Allen. En cierto sentido, es verdad que esta vez ofrece una visión amable y hasta elogiosa de la unidad familiar, del valor de la paternidad y la solidaridad, e incluso de la capacidad de redención del ser humano. Sin embargo, Allen no renuncia del todo a su proverbial cinismo. Y, así, además de romper a menudo la amabilidad del relato con situaciones desagradables y diálogos obscenos, resuelve la trama con un triple salto argumental, muy poco creíble, que deja un cierto mal sabor de boca. Así que, al final, a uno le queda la duda de si en algún momento Woody Allen se ha tomado en serio las cuestiones morales que plantea.

Jerónimo José Martín

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