The Nightmare Before ChristmasDirector: Henry Selick. Muñecos animados.
Aunque Henry Selick sea el director, y a él hayaque atribuir parte del mérito de esta asombrosa película de animación, no hay que olvidar que el autory productor de la historia es Tim Burton. De hecho,la película se presenta junto a dos cortos de Burton: Vincent (1982), un homenaje a Vincent Price de look parecido a Pesadilla…, y Frankenweenie (1984), una genial revisión de Frankenstein a travésde un niño que trata de resucitar a su perro.
La historia nace a raíz de una ocurrencia de Jack, el encargado de festejos de la ciudad de Halloween: secuestrar a Santa Claus y preparar una Navidad distinta, con regalos especiales para los niños. El proyecto sólo encuentra la oposición de Sally, una dulce criatura que está enamorada de Jack.
La película es un verdadero portento de animación, con una técnica, la de stop-motion, que requiere el movimiento de los muñecos, fotograma a fotograma, para su filmación. A esto se une un magnífico trabajo en la construcción de decorados y un original diseño de las más variadas criaturas. La música y canciones de Danny Elfman contribuyen a hacer la historia aún más atractiva.
El film nace con vocación gamberra y transgresora, aunque es indudable el amor de los autores por las fiestas de Halloween y Navidad. Tim Burton añade nuevos personajes a su particular galería de extrafalarios marginales -Bitelchus, Batman, Pee Wee, Eduardo Manostijeras…-, aunque otra vez -y quizá más que en otras ocasiones- los dota de corazón, los hace entrañables. El gusto de Burton por el feísmo no puede confundirse con la fascinación por el mal de otros cineastas.
Una duda que surge ante Pesadilla… es su público apropiado. Aunque los destinatarios lógicos parecen los niños, muchos pueden quedar desconcertados ante la historia y no entenderla. A los muy mayores quizá les parezca la obra de un excéntrico. ¿Los jóvenes, entonces? Quién sabe… Pero seguro que le gusta a Tim Burton y a quienes ven en él a alguien con talento. Entre los cuales se cuenta el que suscribe.
José María Aresté