Pan Tadeusz

Director: Andrzej Wajda. Guión: Andrzej Wajda, Jan Nowina y Piotr Weresniak. Intérpretes: Boguslaw Linda, Daniel Olbrychski, Andrzej Seweryn, Grazyna Szapolowska, Marek Kondrat, Michael Zebrowski, Alicia Bachleda-Curus. 125 min. Jóvenes.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Andrzej Wajda -Oscar honorario en 1999- tiene 76 años y es, con Polanski, Zanussi y el fallecido Kieslowski, mascarón de proa de la fértil escuela de Lodz. La penúltima película del autor de Danton (1982) es una adaptación de un largo poema, escrito en 1830 por el polaco-lituano Adam Mickiewicz (1798-1855), víctima del cólera durante su exilio en Estambul y que es para los polacos lo que Shakespeare para los ingleses. Esta historia del Señor Tadeusz es un símbolo, una sublime metáfora sobre la desgarrada historia del pueblo polaco.

Como también refleja Con sangre y fuego, de Jerzy Hoffman (ver servicio 96/00), desde hace siglos los polacos han sido víctimas de la voracidad de los países que les circundan, pero también del caos de su nobleza pendenciera y levantisca. Pan Tadeusz presenta la enquistada rivalidad entre dos familias de la nobleza polaca, que se ve zarandeada por el amor entre dos jóvenes, Tadeusz y Sofía, y por la llegada en 1812 de la Grande Armée napoleónica, que hace soñar con la liberación del yugo ruso.

Viéndole la cara a la muerte, Wajda ha filmado un cantar de gesta eslavo, interpretado en polaco y a la polaca (¡cómo es posible que no llegue a España la versión original!). Por eso Pan Tadeusz no es una película de aventuras sin más; es épica destilada, suavizada con un humor casi paródico, capaz de arrastrar a los cines a millones de polacos. La película de Wajda, más que tener, es; es amor, tierra, violencia, odio, reconciliación, patria, catolicismo, estirpe, honor, guerra… La bellísima fotografía del maestro Pawel Edelman atrapa la hermosura altiva de la campiña polaca, magnificada gracias al formato panavisión. Menos agraciada es la insulsa música del prestigioso Wojciech Kilar, cansina y repetitiva. Las interpretaciones, el vestuario y la ambientación son un milagro, cosa casi habitual en el cine de Wajda.

Alberto Fijo

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