Ojo por ojo

TÍTULO ORIGINAL Eye for an Eye

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: John Schlesinger. Guión: Amanda Silver y Rick Jaffa. Intérpretes: Sally Field, Kiefer Sutherland, Ed Harris, Joe Mantegna, Alexandra Kyle. 111 min.

Ante el éxito de las adaptaciones de las novelas de John Grisham (La tapadera, el Informe Pelícano, El cliente) y de Pena de muerte, la magnífica película de Tom Robbins, Hollywood se ha lanzado con fruición a fabricar melodramas judiciales. Ahí están Coacción a un jurado, Las dos caras de la verdad o Condenada. También hay que incluir en esta larga lista Ojo por ojo, intenso thriller de intriga con el que el veterano John Schlesinger recupera el buen hacer perdido de sus primeros films, como Cowboy de medianoche o Marathon Man.

El guión de Amanda Silver y Rick Jaffa se basa en la novela de la abogada y periodista Erika Holzer. Describe el drama de Karen (Sally Field), una mujer felizmente casada en segundas nupcias con Mark (Ed Harris), madre de dos hijas y con un trabajo satisfactorio. Su ordenada felicidad se verá trágicamente machacada cuando un extraño viola y asesina a su hija mayor y, a pesar de las sólidas pruebas en su contra, es puesto en libertad por una absurda minucia legal. Cegada por el dolor y el odio, Karen se embarcará, sin el conocimiento de su marido, en una peligrosa aventura con el fin de hacer justicia a cualquier precio.

La película se mueve entre dos coordenadas. Por un lado es un drama de intriga, con sus ciertas gotas de acción; por otro, un film-denuncia sobre las debilidades del sistema judicial norteamericano y sobre el propio concepto de justicia. Schlesinger integra muy bien ambos aspectos en su sólida puesta en escena, que ofrece una magnífica planificación y un montaje trepidante -muy bien apoyados por la fotografía y la banda sonora-, sin descuidar lo esencial: un reparto soberbio que da vida con convicción a unos personajes de gran talla dramática. En el aspecto estrictamente artístico, sólo cabe reprochar a Schlesinger que ceda a la tentación de la violencia morbosa o de un burdo exhibicionismo erótico en varias secuencias.

En cuanto al contenido, y en un nivel epidérmico, el dilema principal que se plantea es qué hacer ante un sistema legal que a veces se muestra incapaz de dar respuesta al dolor y al legítimo afán de justicia de alguien. Pero, sobre todo, y a un nivel más profundo, plantea la pregunta clave sobre la pena de muerte y, en general, sobre la justicia. ¿Qué es la pena, un justo castigo abierto a la redención y a la reinserción del criminal, o una venganza pura y dura? A partir de premisas narrativas un tanto convencionales -la situación es extrema y está dominada por un sentimentalismo poco matizado-, la respuesta que ofrece la película se queda en una pobre constatación de que «la violencia engendra violencia». Aunque eso sí, no oculta las dramáticas secuelas que quedan en una persona que se toma la justicia por su mano.

Jerónimo José Martín

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