Montana, 1955. Dos días antes de la inauguración de un gigantesco pantano, seis agentes evacuadores de la compañía hidroeléctrica intentan convencer a varias familias de Northfork, que se aferran a un terreno inhóspito y condenado. También permanece el padre Harlan, cuidando a un moribundo niño huérfano, que contacta con un puñado de ángeles singulares.
Esta tercera película de los hermanos Polish es atípica incluso para los cánones del cine independiente. Cuenta la agonía de un pueblo y es a la vez una fábula sobre la naturaleza humana. El vacío pueblo de Northfork provoca melancolía, y sus agrestes alrededores se extienden hasta el infinito bajo un cielo cruel. No sorprende que sus gentes sean seres duros, taciturnos, cómicos a pesar suyo, como los evacuadores, cuya misión acaba siendo descubrir el precio de las ilusiones humanas. Así que Northfork tiene el aire de un extraño sueño dotado de una implacable lógica absurda, está lleno de humor y tristeza, y termina por seducir.
Fernando Gil-Delgado
