Mucho ruido y pocas nueces - Kenneth Branagh

Mucho ruido y pocas nueces

TÍTULO ORIGINAL Much Ado about Nothing

DIRECCIÓN

GÉNEROS,

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO11/02/1994

Kenneth Branagh, director-guionista, intérprete principal, co-productor y amigo o alumno de los otros actores, ha dado a esta comedia un tono desatado de joie de vivre, en los colores, en los exuberantes paisajes, en la alegría física de los cuerpos sanos… La película se inicia con la canción cuyo texto se propone como sentido de toda la pieza: «Niñas, no os fiéis de los hombres».

Se ve primero el espacio verde y risueño en que tiene lugar una comida campestre: cuerpos indolentes, posturas desenfadadas, sensuales…; continúa con el vigor de unos jinetes y sus caballos; sigue en un desenfrenado y vertiginoso desnudarse y vestirse de mujeres y, luego, un bullicioso bañarse de hombres sudorosos… ¿Estoy viendo a Shakespeare o una acalorada comedia moderna?, podría preguntarse el espectador. No. Es el tono que da el director para marcar el color de la ambientación e interpretación corales.

Estas dos aportaciones -ambiente e interpretación- son magníficas, sin entrar en la disquisición de si se adecúan o no a Shakespeare. Y sin entrar tampoco en el imposible resumen de las muchas historias de esta obra del clásico, que, comparada a una comida, tiene ingredientes muy dispares: dulces y ácidos, amargos y crudos, pasados y en su punto, tanto, que no sabe del todo bien. Hay en ella personajes y actuaciones y sucesos… que entre sí no cuadran; pues no se puede pasar a la risa sin respiro tras una muerte; ni el amor ultrajado, si es amor, perdona y ama con frivolidad urgente; ni tienen sentido el baile y las risas mientras un ser querido, descubierto su crimen, odia. Branagh parece que quiso unir estas disparidades del original con el tono común de joie de vivre al que me referí antes. Pero no cabe hacer comedia con lo que es trágico, ni siquiera con lo que está tan junto a lo trágico.

Branagh no sólo se mantiene fiel al original sino que exagera -es sabido que las acotaciones de Shakespeare son mínimas- los mismos desatinos. Por ejemplo, algunos incomprensibles personajes: la tan repulsiva y ridícula presencia del alguacil Dogberry (Michael Keaton) entre el exquisito paganismo renacentista ni siquiera es contraste, sino desafinación. No es tanto culpa de Branagh, pues su guión es casi la misma pieza de Shakespeare.

La sola línea amorosa que trazan Beatrice y Benedicto (Emma Thompson y Kenneth Branagh) tiene el valor -en su texto, y en su interpretación- del oro.

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