Howard Zieff retoma las peripecias de Vada, una niña inteligente y de gran desparpajo a la que le gustaría ser escritora. Ahora Vada, ya adolescente, está nerviosa pues espera un hermanito de su madrastra. Por otra parte, en el colegio escoge como personaje-tema para un trabajo a su propia madre, que murió al nacer ella. Para investigar sus orígenes irá a pasar una temporada a Los Ángeles con su tío Phil. En su búsqueda le ayudará Nick, un chico de su edad, del que acabará enamorándose.
El guión de Jane Kovalcik tiene el mérito de haber dado continuidad a una historia sin hacer un simple calco de la misma, defecto en el que caen otras segundas partes, como Solo en casa 2. Son los mismos personajes, con sus viejos temas, pero en situaciones nuevas. De todos modos, la cuestión de la muerte, tan presente en Mi chica, se trata aquí más mitigadamente.
La película está ambientada en los años 70, con el gobierno de Nixon y una cierta nostalgia por los locos 60. A veces resulta excesivo su didactismo en materia sexual, que parece dar por normales algunas situaciones irregulares. De todos modos, su visión del matrimonio y de las relaciones padres-hijos es más bien positiva e incluye varias críticas acertadas de ciertas actitudes frívolas. Así, Vada echa en cara a su tío Phil su temor a comprometerse a través del matrimonio.
Se puede reprochar a Zieff falta de originalidad en la resolución de algunas situaciones. Pero, en líneas generales, logra un producto divertido y grato de ver.
