En su ya larga trayectoria como guionista y director, Hirokazu Koreeda (Tokio, 1962) ha tratado la familia desde muy diversos puntos de vista (Nadie sabe, Still Walking, De tal padre, tal hijo, Un asunto de familia), en ocasiones con constelaciones poco habituales, pero todas ellas caracterizadas por una profunda humanidad. Un asunto de familia (2018) ganó la Palma de Oro en Cannes y fue nominada al Oscar.
Makanai: La cocinera de las maiko es la segunda serie desarrollada y en parte dirigida por el maestro japonés. La historia gira en torno a una familia sui generis, la casa donde, en Kioto, conviven las maiko, jóvenes aprendices de geiko (geisha, en Tokio), que se denominan a sí mismas hermanas y llaman madres a las que regentan la casa.
La serie se centra en el microcosmos en que se mueven las muchachas; la acción se reduce a la vida cotidiana en la casa y muy en particular a la preparación de las comidas; los vistosos quimonos de las maiko se corresponden con los exquisitos platos en los que Kiyo, la cocinera, descubre su pasión, que va más allá del aspecto puramente culinario: “Estoy bien porque los demás están bien”. Aquí se plasma el trabajo bien acabado, que hace de lo ordinario algo extraordinario.
Quizá el tono sea un tanto naif al tratar los conflictos de los diferentes personajes que van pasando por la vida de estas aprendices. Como es habitual en Koreeda, los elementos estéticos sustraen cierto dramatismo a unos personajes marcados por su amable humanidad. A pesar de la mirada nostálgica a un mundo que parece pasado de moda, la serie se centra en el desarrollo de las protagonistas, que habrán de encontrar su camino entre la tradición y la modernidad. La “química” entre las jóvenes actrices contribuye especialmente al notable resultado de la serie, a la que se le puede reprochar no estar a la altura de la obra de Koreeda en el diseño de la música, habitualmente fundamental, y en este caso más bien secundario como refuerzo dramático.
