Luca Paguro es un pez adolescente de la Riviera italiana. Su familia de criaturas marinas le insiste en que evite a los humanos del cercano pueblo de Portorosso, porque le considerarán un monstruo. Pero un día Luca conoce a Alberto, un chaval aventurero de su especie, pero sin familia —espera el retorno de su padre—, que le muestra cómo, al salir de agua, los dos adoptan apariencia humana.
Tras realizar decenas de guiones gráficos (storyboards) para Pixar y de optar al Oscar 2012 al mejor cortometraje con La Luna, el genovés Enrico Casarosa debuta brillantemente en Luca como director de largometrajes. A las altísimas calidades habituales de Pixar –en diseños de personajes, fondos, animación, montaje, efectos especiales, banda sonora…–, Casarosa añade un ritmo trepidante, constantes golpes de humor muy italianos –en torno a la pasta, la Vespa, el postureo, Visconti, Fellini, Vacaciones en Roma…– y un estilo visual más caricaturesco –más cartoon– de lo habitual en Pixar, donde también se aprecia la influencia del maestro japonés Hayao Miyazaki, especialmente de su filme Ponyo en el acantilado (2008), con el que Luca comparte varios elementos narrativos anfibios.
Algunos hacen una lectura de este filme en clave de inclusión homosexual, como si fuera la versión infantil del melodrama gay Call Me By Your Name (2017), de Luca Guadagnino. Pero Enrico Casarosa ha negado reiteradamente esa supuesta relación, y ha insistido en que su película no aborda la sexualidad ni la juventud gay. “A partir de mi propia experiencia infantil –ha afirmado–, quería hablar sobre una amistad durante la pubertad, antes de que vengan novios y novias a complicar las cosas. Ese tipo de amistad que te mete en problemas y te empuja a cambiar, madurar y encontrarte a ti mismo”.
Un enfoque sugestivo, que enriquece dramáticamente este cóctel de La sirenita, de Andersen, y de Huckleberry Finn, de Twain. Una película que, sin llegar al nivel de las mejores producciones de Pixar, es un producto muy notable.
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002