Una rica heredera rural, joven y hermosa, tiene un fuerte carácter y un orgullo desmedido. Su relación con tres hombres será dramática. En 1967, el británico Schlesinger llevó al cine la hermosa obra de Thomas Hardy, uno de los escritores predilectos del cine. Escrita en 1874 es quizás la más perfecta de sus novelas, con un inolvidable retrato de personajes y unos conflictos morales llenos de dramatismo. «Las mujeres nunca se cansan de lamentar la inconstancia de los hombres en el amor, y sin embargo desprecian su constancia», dice Hardy en su novela, y ese es verdaderamente el lema que la mueve a un ritmo sereno aunque apasionado.
El director de Marathon Man supo llevar a la pantalla esta trágica historia con una fidelidad encomiable al espíritu victoriano de Hardy. Le ayudaron el sabio guión de Raphael (ese mismo año se estrenó otra película escrita por él y dirigida por Donen, Dos en la carretera), una exquisita fotografía de Roeg, inspirada en los grandes paisajistas ingleses, y la inspirada música de Richard Rodney Bennett (el compositor de Nicolás y Alejandra). Julie Christie, en la cima de su carrera, un año después de Doctor Zhivago, comparte protagonismo con Alan Bates.