En 2012, Joshua Oppenheimer y Christine Cynn ganaron un montón de nominaciones y de premios con The Act of Killing, durísimo documental que reunía alucinantes testimonios de varios responsables de las brutales matanzas que tuvieron lugar en Indonesia en 1965, después de que el gobierno fuera derrocado por Suharto. Se estima que medio millón de personas fueron asesinadas en aquellas carnicerías. Ahora, en La mirada del silencio, Oppenheimer profundiza en solitario en ellas, y arranca nuevos testimonios a los asesinos a través de las indagaciones que lleva a cabo el hermano de una de las víctimas, que es optometrista.
De nuevo, el afán exhibicionista de varios asesinos —que recrean con pelos y señales algunos de sus dantescos crímenes— depara momentos espeluznantes, por las propias brutalidades que rememoran y por la casi absoluta falta de remordimiento que muestran. En este sentido, la actitud aparentemente conciliadora del optometrista, aunque no asume plenamente el perdón, oxigena mucho al conjunto.
Por su parte, el veterano cineasta alemán Werner Herzog, vuelve a apadrinar generosamente a Oppenheimer, que sigue mostrando una gran potencia visual y emocional, aunque también cierta tendencia negativa a la reiteración y el alargamiento de las situaciones, algunas muy arduas e incómodas, por su hábil recurso a los silencios. También cabe reprochar a Oppenheimer cierta complacencia ¿ingenua? hacia el comunismo y los comunistas, mostrados casi siempre sin sombras de maldad, antes bien, como paradigmas de ciudadanos ejemplares. Estas debilidades sembrarán dudas en el espectador exigente, aunque no devalúan este singular y terrible documental, muchos de cuyos artífices han decidido mantenerse en el anonimato por motivos de seguridad.
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