Director: Peter Kassovitz. Guión: Peter Kassovitz y Didier Decoin. Intérpretes: Robin Williams, Bob Balaban, Armin Mueller-Stahl, Liev Schreiber, Hannah Taylor Gordon. 115 min. Jóvenes.
En 1944, Jakob sobrevive en un ghetto judío de Polonia. Un día recibe casualmente noticias del frente, y todos creen que la información procede de una radio oculta. Como tal radio no existe, y la gente le apremia, necesitada de un poco de esperanza, Jakob empieza a inventar noticias: consignas, el avance de los soviéticos… Esto lo compagina con el cuidado de una niña de 10 años, que escapó milagrosamente del tren que la llevaba a Austchwitz.
Estamos ante el remake de un film alemán de 1977 que fue candidato al Oscar a la mejor película extranjera. La meta es dar un tono dramático y realista a la historia; una meta menos arriesgada que la pirueta tragicómica y poética de La vida es bella. Peter Kassovitz dirige con pies de plomo para no meter la pata ni ofender a alguien por un posible tratamiento frívolo del holocausto. Pero no es éste el motivo de que el film no acabe de funcionar, sino su tono repetitivo y la subtrama de la relación entre el protagonista y la niña, que no acaba de estar bien insertada. Hay pasajes dramáticos de cierta intensidad aquí y allá, y una resolución arriesgada, de tipo onírico. Pero conviven con otros menos creíbles, que debían serlo por el tono realista adoptado. Eso sí, las buenas intenciones no faltan: hay sitio para la esperanza, la camaradería y el amor. También para el sacrificio, incluso el de la propia vida. La idea de que en medio del horror puede surgir lo mejor del hombre es sin duda sugerente.
Robin Williams compone uno de sus papeles serios, aunque se reserva unos cuantos momentos de humor, en los que se encuentra a sus anchas. Quizá el mejor es aquel en que simula poner en marcha la radio, que empieza a emitir un discurso de Churchill.
José María Aresté