Harry Potter y la cámara secreta

TÍTULO ORIGINAL Harry Potter and the Chamber of Secrets

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Chris Columbus. Guión: Steve Kleves. Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Kenneth Branagh, John Cleese, Robbie Coltrane, Richard Harris, Alan Rickman, Fiona Shaw, Maggie Smith. 161 min. Jóvenes.

En su popularísima saga sobre el niño-mago Harry Potter, la escritora inglesa Joanne K. Rowling ha introducido en cada entrega nuevos personajes interesantes, más elementos descriptivos del mágico mundo del chaval y conflictos dramáticos y éticos casi siempre más profundos. Estas cualidades compensan en parte la disminución del factor sorpresa característica de todas las series literarias y fílmicas. Con estos hándicaps y comodines partía la adaptación para el cine de Harry Potter y la cámara secreta, la segunda novela de la saga.

Uno de los alicientes de la novela era Gildeon Lockhart, el nuevo, vanidoso y patán profesor de Lucha contra las Artes Oscuras, muy bien caracterizado en la película por Kenneth Branagh. Gildeon intentará ayudar al inquieto Harry, al leal Ron y a la inteligente Hermione -ahora ya casi adolescentes y con nuevos amigos- cuando el primero es acusado de participar en una serie de petrificaciones de alumnos con «sangre sucia», es decir de hijos de muggles (no magos). Tras ellas se oculta un enigma, relacionado con una cámara secreta que supuestamente construyó hace años un alumno díscolo de la Casa Slytherin dentro del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

El guionista Steve Kleves (Jóvenes prodigiosos) y el director Chris Columbus (Solo en casa 1 y 2, Sra. Doubtfire, Quédate a mi lado) aciertan otra vez al integrar los nuevos elementos dramáticos y éticos en la atmósfera de la saga, mágica y realista a la vez. Sin embargo, a ratos, la película parece más episódica y menos fluida, vibrante y emotiva que la primera entrega. En esta impresión, además de la citada menor capacidad de sorpresa, quizá influya el mediocre doblaje al castellano de algunas de las voces infantiles, que debilita varias secuencias fundamentales. En cualquier caso, su elogio de la valentía, la amistad, la tolerancia y la integración racial es muy enriquecedor, sobre todo por lo que tiene de apología de la responsabilidad personal. «Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades», dice Albus Dumbledore, el carismático director de Hogwarts, interpretado por el recientemente fallecido Richard Harris. Además, su tono más violento y siniestro se compensa siempre con un recurso a golpes de humor más maduros. Todo esto añade hondura a las interpretaciones -todas excelentes- y a las secuencias fantásticas, resueltas con unos efectos visuales impresionantes. En concreto, secuencias como el vuelo en coche hasta el sauce boxeador, la lucha con las arañas en el Bosque Prohibido o el apabullante partido de quidditch merecen engrosar las antologías del género.

Jerónimo José Martín

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