Futuro imperfecto de seres perfectos. Concebir de modo natural no se estila; la fecundación in vitro y la ingeniería genética dan resultados mejores. Vincent nació a la vieja usanza, de modo que nunca podrá entrar en el programa de formación de pilotos de Gattaca, salvo que oculte su dolencia cardíaca haciéndose pasar por un ser válido.
El debutante neozelandés Andrew Niccol plantea cuestiones interesantes en torno a la bioética, al estilo de Un mundo feliz de Aldous Huxley: la técnica, por mucha perfección que alcance, nunca puede sustituir al espíritu humano. Esta idea la estropea en parte la resolución, tramposa y algo incoherente. Aun así, queda un sugerente film de ciencia-ficción.
José María Aresté
