Frágil

Director y guionista: Juanma Bajo Ulloa. Intérpretes: Muriel, Julio Perillán, Inma Colomer, Paula Pizzi, María Bazán.Silvia Segovia, Lidia Navarro. 112 min. Adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Tras un notable éxito popular, Bajo Ulloa llevaba unos cuantos años fuera de combate, con ambiciosos proyectos que no cuajaron («El Capitán Trueno»). «Frágil» es una original pero discutible película que él mismo ha producido.

Al estilo de los cuentos o las fábulas, narra la historia de Venus, una joven inocente y romántica, no demasiado guapa, adicta a los relatos caballerescos de amor cortés y que nunca ha salido de su perdido caserío en el Norte de España, donde cuida las abejas y prepara miel con su padre. Cuando éste muere, Venus parte hacia un gran pueblo cercano en busca del idealizado hombre de su vida, aquél que siendo un gordito niño de 9 años la dio un beso en la mejilla antes de partir y le juró amor eterno. Casualmente, Venus acaba en una imponente mansión trabajando como jardinera para la productora cinematográfica que la ocupa, como base de operaciones para el rodaje de una boba película de capa y espadas. Hasta que un día Venus ayuda al joven actor protagonista en unas réplicas y éste -una estrella internacional en ciernes- queda fascinado con ella.

Ante «Frágil» caben el entusiasmo absoluto o la irritación total, e incluso ambos sentimientos a la vez. Desde luego, la irritación se hubiera evitado quitando la frase inicial de Maquiavelo -«Todos ven lo que pareces y nadie siente lo que eres»-, el minuto y medio final -demencial y nefasto- y dos exhibiciones sexuales, a todas luces excesivas. Con estos detalles la película se convierte en un burdo juego con el espectador, llevado brillantemente por sendas arriesgadas y novedosas, para ser arrojado al final en las tópicas cunetas del nihilismo más cínico.

Sin esos pegotes -algunos de ellos ausentes en el primer montaje del filme-, «Frágil» es seguramente una de las mejores películas españolas de la última década. Hay una factura visual excelente pero donde el director vasco se agiganta es en la dirección de actores, que resuelven los pasajes más complicados de la película; esos en los que Bajo Ulloa actualiza los cuentos de hadas más cursis, y muestra el poder redentor de la inocencia, la sencillez y el amor, frente al hastío del egoísmo, la prepotencia y el hedonismo radical, hecho carne en esos espantajos humanos que, según el director, habitan el mundillo del cine.

Bajo Ulloa sorprende, se pone serio, sentimental y nostálgico, y logra pasajes maravillosos, siempre al filo de la sensiblería, pero con una emotividad desbordada y veraz, sobre todo cuando los personajes desvelan los recovecos de su alma, hasta los más oscuros, para que entre el aire fresco. Eso sí, es mejor salirse del cine cuando falten dos minutos para que acabe la película.

Jerónimo José Martín

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