Escondidos en Brujas

TÍTULO ORIGINAL In Bruges

PRODUCCIÓN Reino Unido - 2008

DURACIÓN 107 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Violencia, Sensualidad

ESTRENO18/07/2008

El londinense de 38 años Martin McDonagh ganó el Oscar al cortometraje en 2004 con Six Shooter, una pequeña historia en clave de comedia negra y sangrienta, protagonizada por el actor irlandés Brendan Glesson. El primer largo de McDonagh sigue la misma línea material y formal y cuenta con una pareja protagonista formada por el citado Gleeson y el también irlandés Colin Farrell, que interpretan con solvencia a dos asesinos a sueldo enviados a Brujas por su jefe, después de un “trabajo” complicado. Los matarifes tendrán que comportarse como turistas en Brujas, una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo, llamada la Venecia del Norte.

McDonagh, también autor del guión, es un buen escritor, y la película tiene unos diálogos conseguidos, canallas y desengañados, porque esta es una película que despoja de todo glamour la vida de dos asesinos que comparten una peculiar amistad mientras caminan en la cuerda floja. Llama la atención la sólida estructura de la historia, con una trama principal bien llevada que sabe desarrollar los conflictos hasta un final poderoso, administrando con pericia los recursos que proporcionan las personalidades de los dos asesinos.

A la cinta se le podría reprochar su pequeñez, pero no parece que mejorase con un mayor número de personajes, localizaciones y subtramas. Lo que sí está claro es que sobran 15 minutos y que algunas groserías en diálogos y ambientes hacen la película episódicamente incómoda.

La fotografía de Eigil Bryld es muy acertada y recuerda a la que firmó en la sueca Antes de la tormenta. Bryld evita el característico “pack de turismo urbano” de buena parte del cine comercial norteamericano que aprovecha la mínima oportunidad para montar la cámara en un helicóptero, en un coche o en una dolly. Es una actitud muy meritoria si se tiene en cuenta la belleza de la ciudad y algunos golosos lugares donde se rodaron escenas, como el museo Groeninge.

La buena música es de un grande, Carter Burwell.

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