El francés Luc Besson trata de emular los éxitos de taquilla de sus colegas estadounidenses con un relato simplista de ciencia ficción: la búsqueda del quinto elemento que ha de salvar la Tierra de la destrucción, a cargo de una enviada celestial y un desaliñado taxista (Bruce Willis en su papel de casi siempre). Lo mejor, los efectos especiales de las futuristas calles de Nueva York y los diseños visuales de los dibujantes de cómic Moebius y Jean-Claude Mézières. La historia es demasiado caótica y ruidosa, y el villano de Gary Oldman, muy de pacotilla. ¿A esto llaman excepción cultural europea?
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