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El último rey de Escocia

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Violencia, Sexo

ESTRENO23/02/2007

Nicholas Garrigan es un jovencísimo médico escocés que decide viajar a Uganda para huir de su prestigioso y exigente padre, buscar aventuras y, de paso, echar una mano en el continente africano. Por un incidente fortuito, conoce al líder del país, Idi Amin, un carismático general que acaba de derrocar con un golpe de Estado a un gobierno corrupto. Amin le propone al joven ser su médico personal y le pide su colaboración para reconstruir el país. A medida que Garrigan se adentra en la esfera de confianza del general, descubre el verdadero rostro del cruel dictador.

A partir de la novela de Giles Foden, el premiado documentalista Kevin Mc Donald («Tocando el vacío», «Un dia de septiembre») cambia de registro para dirigir un durísimo drama que recrea la brutalidad del régimen ugandés entre los años 1971 y 1979 y aborda el conflicto de un joven superficial que se enfrenta a una realidad que le sobrepasa.

Se nota la mano de McDonald en una presentación formal muy próxima al documental que acerca al espectador a los espeluznantes hechos narrados. McDonald se ha rodeado de un estupendo equipo -desde los guionistas: Morgan (Globo de Oro por «The Queen») y Brock («Su Majestad Mrs. Brown» y «Charlotte Gray») hasta el director de fotografía Anthony Dod Mantle (habitual de las películas de Von Trier)- y eso se nota en el resultado de esta interesante -y a ratos muy indigesta- película.

El film sobresale en el dibujo del perturbado tirano -soberbia interpretación de Forest Whitaker (Globo de Oro y aspirante al Oscar)- y es certero cuando muestra que la frivolidad o el egoísmo irresponsable pueden acabar haciendo tanto daño como la malicia. En este sentido, chirría un poco el final, rodado como si se tratara de una película convencional de acción con héroe a la cabeza. No, no es una película de héroes, de hecho los retratos de los dos únicos personajes que demuestran un cierto heroísmo apenas están esbozados. Con el final, también suena a concesión comercial el tratamiento, excesivamente rudo, de la violencia y el sexo.

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