Sencilla película argentina, inspirada en una noticia de la página de sucesos de un diario, que poco a poco despliega con eficacia los mimbres de su trama. Félix, un joven sin un cuarto en el bolsillo, baja del tren en medio de ninguna parte. Le acoge un tipo que le ofrece trabajo en su casa, recogiendo fruta en la huerta. Se trata de un hogar muy modesto, pero Félix está encantado, sobre todo porque la mujer de su jefe tiene un bebé, Chango, al que mima y con quien juega. Vuelca en él todo su cariño, le recuerda su infancia junto a su abuela; Félix no llegó a conocer a sus padres, y se ha prometido a sí mismo que a Changuito no le va a faltar su cariño, se ve investido como de una misión. De modo que cuando va conociendo los defectos de sus anfitriones, toma una decisión de imprevisibles consecuencias.
Película beneficiada de las ayudas de la sección «Cine en construcción» del Festival de San Sebastián, y que compitió en el mismo certamen en 2004.
La directora sabe crear el «mood» adecuado, donde el protagonista será una víctima más de la violencia que propician la miseria y la injusticia. El desenlace, pesimista, resulta previsible y algo fácil. Pero mientras llega, se ha creado un buen trío de personajes, sólido, y un cuadro de cómo puede desatarse la tragedia en el marco cotidiano de la Argentina rural.
José María Aresté