En el futuro, tras una guerra brutal, la sociedad se divide en cinco facciones: Verdad (los sinceros), Osadía (los valientes), Cordialidad (los pacíficos), Erudición (los inteligentes) y Abnegación (los altruistas). En esta última facción encargada del –gobierno– se ha criado Tris (Shailene Woodley), una joven inquieta que, cuando cumple dieciséis años, decide pasarse a Osadía, la facción responsable de la seguridad. Tris entrenará duramente para no ser expulsada con los parias sin facción, e intentará ocultar el hecho de que ella en realidad es una de los “divergentes”, capaces de controlar sus miedos y perseguidos a muerte por la implacable Jeanine (Kate Winslet), una líder que está preparando un golpe de Estado. Tris solo contará con la ayuda de Cuatro (Theo James), un exigente instructor de Osadía, del que se enamora.
Primera entrega de una nueva distopía juvenil, basada esta vez en la trilogía Divergente, Insurgente y Leal, que la joven novelista estadounidense Veronica Roth (Chicago, 1988) inició cuando tenía 22 años. Su planteamiento futurista-revolucionario-romántico y su mezcla de jóvenes actores en alza con veteranas estrellas es muy similar al de la saga de Los Juegos del Hambre, de la también estadounidense Suzanne Collins. Aunque aquí la fórmula se adereza con otros elementos de la serie Harry Potter y otras obras juveniles contemporáneas. Como era de prever con tantos referentes, el guion de Evan Daugherty no es muy original. Además, se alarga en exceso y padece un gran desequilibrio entre su repetitivo desarrollo –en torno a las pruebas de Tris en Osadía– y su abrupto desenlace abierto, en el que la acción y el drama se aceleran. De todas formas, Daugherty perfila bien a los personajes, profundiza un poco en las virtudes que caracterizan a cada una de las facciones y dota así de cierta entidad ética a las críticas sociales que plantea.
Por su parte, el estadounidense Neil Burger (El ilusionista, Sin límites) cumple tras la cámara tanto en las secuencias de acción como en los pasajes melodramáticos, y dirige con vigor a su sólido reparto, sobre todo a Kate Winslet –en un registro poco habitual en ella– y a la joven Shailene Woodley, que se consolida como una de las mejores intérpretes de su generación tras optar al Globo de Oro 2012 por su trabajo en Los descendientes. Menos elogiable es el tratamiento un tanto explícito que la película da a un par de escarceos sexuales. En todo caso, la película gustará al público adolescente al que va destinada, también por sus reflexiones sobre la tensión entre al afán de autoafirmación, la pertenencia a un grupo y los afectos familiares.
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