Director: Luis Mandoki. Intérpretes: Meg Ryan, Andy García, Tina Majorino.

Nueva reflexión sobre la familia, tema que empieza a ser recurrente en el último cine norteamericano. Se describe el drama de un matrimonio joven que vive en San Francisco. Alice (Meg Ryan) es maestra y Michael (Andy García), piloto comercial. Ambos se compenetran a la perfección y se esfuerzan por educar bien a sus dos hijas pequeñas. Pero esta feliz armonía se romperá trágicamente cuando Alice caiga en las garras del alcohol.

Producida por Jordan Kerner y Jon Avnet, artífices de Tomates verdes fritos, la película defiende con valentía y convicción el poder del amor, la comprensión mutua y el sacrificio como garantes de la unidad matrimonial, incluso en las situaciones más difíciles. En este sentido, resulta especialmente conmovedor el personaje de la hija mayor, Jess, interpretado con sorprendente solidez por Tina Majorino. Su inocente rostro infantil, prematuramente maduro, refleja con inocente patetismo el dolor y la perplejidad de los hijos ante las crisis familiares.

Es una pena que el guión de Ronald Bass y Al Franken, así como la realización del mexicano Luis Mandoki (Gaby, Nacida ayer), no pasen de discretos. A pesar de varias secuencias brillantes, hay muchas caídas de ritmo, un exceso de ternurismo y algunas situaciones de un realismo grosero.

Menos mal que están ahí Meg Ryan, Andy García y Tina Majorino. Sus poderosas presencias disimulan las debilidades del film y hacen creíble su mensaje optimista.

Jerónimo José Martín

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