Brian Walden empezó a entrevistar a la Dama de Hierro antes de que fuese primera ministra. Desde finales de los 70 inició una amistad que le llevaría a una entrevista muy reveladora en 1989, en un momento de crisis en su partido tras varias dimisiones de altos cargos.
A sus 84 años, el incombustible Stephen Frears (Philomena, The Queen), vuelve la mirada a su país para recordar a uno de sus personajes más emblemáticos. Con la dificultad de contar algo diferente al relato que ya habían desarrollado la película Dama de hierro (2011) y la serie The Crown (2016-2023), ambas con unas interpretaciones sensacionales de Meryl Streep y Gilliam Anderson, respectivamente, el cineasta británico acierta en el tono y la medida.
Aunque la elección como protagonista de Harriet Walter (Silo, El último duelo) no acaba de convencer, la película termina haciendo un recorrido dramático muy poliédrico de la amistad entre el periodista y la primera ministra. El sugerente guion de James Graham (Brexit) utiliza los saltos en el tiempo para mostrar la inestabilidad de la relación y los cambios de carácter de cada uno de los protagonistas, lo que lleva a unos minutos finales sensacionales de concisión y dramatismo.
Además de ser un vibrante homenaje a la figura del entrevistador incisivo, la película reabre muchos debates de interés sobre la democracia parlamentaria, el autoritarismo y el diálogo interno en los partidos políticos, y la función de los medios en el control del poder.