21 gramos

Guión: Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu. Intérpretes: Sean Penn, Naomi Watts, Benicio Del Toro, Charlotte Gainsbourg, Melissa Leo, Clea DuVall, Danny Huston, Carly Nahon. 124 min. Adultos.

TÍTULO ORIGINAL 21 Grams

GÉNEROS

La diferencia entre la vida y la muerte pesa 21 gramos, lo que media entre un cuerpo animado y un cadáver. Con este atractivo título, el mexicano Alejandro González Iñárritu (Amores perros) habla de la fragilidad de la existencia, de los hilos tenues de nuestro devenir terreno, que pensamos controlar, pero que se enredan con facilidad.

Jack Jordan, preso convicto, acaba de salir de la cárcel. Allí ha abrazado el cristianismo evangelista. Está convencido del «Jesús te ama», y desea sinceramente salir adelante junto a su familia. Pero a las dificultades para conseguir trabajo, se suma un fatal atropello que acaba con la vida del marido y dos hijitas de la hasta entonces felizmente casada Cristina Peck. Completa el cuadro Paul Rivers, enfermo cardiaco, necesitado de un trasplante, que recibe el corazón del difunto esposo de Cristina.

El director narra valiéndose de una estructura compleja, donde las piezas están desperdigadas para acabar encajando milagrosamente. González Iñárritu habla con gravedad y sentido fatalista del destino, que da al traste con nuestros proyectos. Se esfuerza en describir las diversas situaciones familiares, sin conformarse con los lugares comunes: así, habla del deteriorado matrimonio de Paul, mantenido con mentiras y medias verdades, incluido un aborto de su esposa Mary, que él desconocía; de las dificultades del «volver a empezar» de Jack, la falta de confianza de la esposa en sus buenos deseos; y de lo que era una vida feliz en Cristina, que se transforma en desesperación, adicción a las drogas y deseo de venganza. Cada fotograma transpira rabia y fatalidad, amargura y nihilismo. Hay pequeñas cosas que nos hacen felices, pero duran muy poco. No hay sentido en el dolor: si hubiera Dios no habría permitido esto, viene a pensar el pobre Jack. La catarsis que alcanzan los personajes es limitada.

El director mexicano rueda su película en inglés, con estilo realista algo desaseado, como si fuera la vida misma, sin esfuerzos por embellecer las imágenes y con brioso montaje. Se maneja además estupendamente con tres extraordinarios actores, Sean Penn, Naomi Watts y Benicio Del Toro, que representan con convicción la frustración de los personajes.

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