El Sínodo de la familia concluye con un mensaje optimista y propuestas para afrontar los problemas, en especial mejorando la preparación al matrimonio.
La mayoría de los jóvenes aprecian el matrimonio, pero las dificultades para encontrar trabajo estable y vivienda asequible, más el temor al compromiso y al fracaso, les retraen de casarse.
Aunque el Sínodo está tratando muchos más temas que el de los fieles divorciados vueltos a casar, en los últimos días sí ha sido uno de los asuntos más debatidos por los obispos.
En sus observaciones a la segunda parte del documento de trabajo del Sínodo, los obispos proponen reforzar la vida cristiana en las familias y considerarlas como protagonistas de la nueva evangelización.
Cuando todo el mundo les aconsejaba la separación, una mujer y su marido encontraron en las enseñanzas de la Iglesia el apoyo necesario para salir adelante.
Los grupos de trabajo, tras estudiar la primera parte del “Instrumentum laboris”, la encuentran pesimista y “eurocéntrica”, y piden reconocimiento y estímulo a las familias cristianas que viven su fe.
En la audiencia general del miércoles, Francisco se ha referido al Sínodo y ha subrayado que la sociedad necesita de la familia pero no le presta la atención debida.
El cardenal alemán dice que hay acuerdo general sobre lo básico y el Papa señala que el el Sínodo del año pasado no hubo ruptura con la doctrina católica sobre el matrimonio.
En una carta abierta a los padres sinodales, explican que fue el atractivo de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia lo que motivó en gran parte su conversión al catolicismo.