La guerra en Gaza viene de lejos

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Guerra en Gaza
Destrucción causada por un bombardeo israelí en la ciudad de Rafah (Gaza) el pasado 12 de octubre (foto: Anas-Mohammed / Shutterstock)

El ataque de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre y la subsiguiente respuesta israelí han creado una situación de guerra en la que, sin embargo, la mayoría de las víctimas de ambos lados son civiles. Aunque Hamás actuó por sorpresa, antes de este enfrentamiento armado no había verdadera paz. Lo que venía sucediendo en Israel y Palestina era una bomba de tiempo y solo le faltaba estallar.

Según las noticias que llegan, los hospitales de Gaza, además de haber sufrido bombardeos, siguen sin electricidad, agua potable, gasolina, alimentos ni insumos médicos, al igual que la población.

El paso de Rafah, entre Gaza y Egipto, ha permanecido cerrado hasta ayer y el ejército israelí ha bombardeado los alrededores de la zona. Allí ha estado varada durante días la ayuda humanitaria para los habitantes de Gaza. Egipto no se decide a abrir el paso a los refugiados, por temor a que con ellos entren terroristas.

Hamás reclama la liberación de palestinos encarcelados a cambio de los rehenes israelíes y sigue lanzando misiles a Israel. También busca atraer a las fuerzas israelíes a un territorio complejo de alta densidad de población, adonde no han querido entrar antes por lo difícil que sería combatir allí. Hamas no tiene aviones ni tanques, pero sabe de combate en tierra.

Tensiones en Palestina

La guerra actual tiene unas causas remotas en la situación de los territorios palestinos: Cisjordania, bajo el gobierno de Autoridad Nacional Palestina, y Gaza, donde impera Hamás. Pero la población de una y otra parte, a pesar de estar separada geográficamente, está unida por lazos de sangre, nacionalidad y religión. Es decir, lo que pasa en uno de estos territorios afecta al otro.

En lo que va del año 2023 se han intensificado los disturbios en Jerusalén, con manifestaciones de la población musulmana porque se les impedía rezar, peleas, encarcelamientos sin juicio.

En Cisjordania, el gobierno israelí, violando la soberanía del territorio palestino, ha demolido cientos de casas. Ha expulsado de sus tierras a los pobladores y ha financiado la construcción de asentamientos israelíes. Según los informes de Human Rights Watch, en la primera mitad de 2023 los palestinos asesinados han sido 227 en total, y el número de detenidos sin causa es el mayor en 30 años.

Antes de los ataques de Hamás, a causa de las tensiones, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) tuvieron que trasladar numerosos efectivos de la frontera con Gaza a Cisjordania, para centrarse en el creciente nivel de violencia allí. Por lo que el ataque del 7 de octubre las tomó completamente desprevenidas.

Si en Cisjordania los palestinos sufren expropiación y colonización, y en Jerusalén tienen recortada la libertad de movimiento, los problemas en Gaza son aún mayores.

En este pequeño territorio de 41 km de largo y 10 km de ancho viven más de 2 millones de habitantes, y como consecuencia de los desplazamientos forzados provocados por Israel, el 70% de la población son refugiados que se han quedado sin nada.

Los habitantes de Gaza viven en un bloqueo estricto desde 2007, con racionamiento de la electricidad y del agua, de los medicamentos, de la ayuda internacional, del acceso a la pesca (solo se les permite utilizar un 15% de la zona). Se limita la circulación de la población y se le impide a la mayoría viajar a través del paso de Erez, el único por el que los palestinos pueden ir a Israel, a Cisjordania y al extranjero.

Recientemente, el gobierno de Israel, en un intento de justificarse, dijo que 20.000 palestinos de Gaza tenían permiso para trabajar en territorio israelí. Un número insignificante para tan elevada población.

Reacción de la población israelí

En los últimos años, los movimientos por la paz, las ONG, las iniciativas particulares o internacionales no han cesado de abogar por una convivencia pacífica, de conocimiento y comprensión mutua. Es un trabajo arduo por parte de la población civil de ambas nacionalidades y de miles de extranjeros involucrados en ello.

Sabemos que Netanyahu llegó al poder con una mayoría muy ajustada, y tras las elecciones instaló el gobierno de derecha más radical de la historia de Israel. Más tarde, provocó fuertes tensiones políticas con su proyecto de ley de reforma judicial sin tener consenso, lo que llevó a protestas semanales masivas.

La población israelí está muy fragmentada. Algunos sectores más radicales no ven lugar para los palestinos, y con el reciente ataque de Hamas, aquellos que estaban indecisos terminan apoyando acciones violentas contra la población árabe. Los sectores moderados, cansados de los enfrentamientos, abogan por distintas soluciones para convivir con los palestinos.

La mitad de la población de Gaza son menores que no tienen futuro y son fáciles de reclutar por Hamás para combatir a Israel

En estos momentos, los movimientos por la paz siguen llamando a los ciudadanos israelíes a manifestarse en contra de la violencia, uniendo árabes y judíos, como lo hacen Standing Together o Women Wage Peace, por nombrar solo algunos. Cuando la población local salga del shock que está viviendo decidirá qué tipo de política quiere tener en su país.

Hamás: objetivos y aliados

Hamás es un movimiento palestino que fundó el imán Sheikh Ahmed Yasin en 1987 como una rama de los Hermanos Musulmanes de Egipto. Su objetivo es recuperar los territorios palestinos y destruir el Estado de Israel.

Tras 16 años de bloqueo, la mitad de la población de Gaza son menores que sólo han conocido la pobreza hacinados en este pequeño territorio. Hamás ha tenido suficiente tiempo para armar un ejército de combatientes hartos de injusticia y sin nada que perder. Es una situación en la que los jóvenes no tienen futuro. Y esa es una receta para la desesperación y el terrorismo.

Esto no quiere decir que todos los habitantes de Gaza estén de acuerdo con la actuación de Hamás. Pero aquellos que se oponen abiertamente o buscan de alguna forma entrar en contacto con “el enemigo” con objetivos de diálogo, comprensión y eventualmente soluciones de paz, son perseguidos.

Los socios de Hamás por la causa palestina son Siria, Hezbolá en el Líbano, e Irán. Y según un periódico libanés, en el 2021 Hamas se habría reunido con ellos para acordar una ofensiva como la que hemos visto el 7 de octubre pasado.

Todavía nadie se explica, ni los mismos israelíes, cómo la adquisición del armamento y la planificación del ataque por parte de Hamás han pasado inadvertidas para la inteligencia de Israel, la mejor preparada del mundo.

Hasta el momento, desde el sur del Líbano se han lanzado misiles a los que las fuerzas israelíes han respondido. Los libaneses en general no quieren tener otra guerra con Israel, pero un sector de la población apoya a Hezbolá y sus acciones en favor de los palestinos.

¿Por qué atacar ahora?

Khaled Qadami, vocero de Hamas, declaró a Al Jazeera que el grupo llevó a cabo su operación contra Isarel como respuesta a los abusos que los palestinos han sufrido durante décadas. “Queremos que la comunidad internacional frene las atrocidades en Gaza contra los palestinos, y en nuestros lugares santos como Al Aqsa: estas son las razones detrás del ataque”.

Un objetivo de Hamás y de Irán y Siria, que lo apoyan, es desbaratar las negociaciones entre Arabia Saudí e Israel para establecer relaciones diplomáticas

Esta ofensiva pretende poner un freno a los países árabes que ya han normalizado sus relaciones con el gobierno israelí y han dejado de luchar por los palestinos. Egipto y Jordania ya lo habían hecho hace muchos años, recientemente dieron el mismo paso Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, y estaba en camino el acuerdo con Arabia Saudí.

El rol de Irán

Ray Takeyh, norteamericano de origen iraní, especialista en Oriente Medio en el Consejo de Relaciones Internacionales de EE.UU., contó en un encuentro abierto sobre la situación que “en junio, los dirigentes de Hamás acudieron a Irán, donde en una rueda de prensa hablaron sobre el nivel de ayuda que reciben de ese país, en particular la ayuda militar. Y recientemente se ha empezado a ver a los iraníes presionando para que haya más actividad en ese frente, principalmente para desbaratar el pacto israelo-saudí, que consideran antagónico a sus pretensiones regionales. Irán quería que Hamás lo hiciera, y Hamás quería hacerlo. Así que, básicamente, se unieron”.

El líder iraní Alí Jamenei niega que su país esté detrás de las acciones de Hamás, pero lo felicita por haber actuado contra “el régimen sionista”, como llama al Estado de Israel. Irán ha demostrado su apoyo sin involucrarse totalmente.

Para Takeyh, “hay una guerra en la sombra entre Irán e Israel en la región, y ambas partes han tratado de movilizar sus recursos. Esto se produce en el contexto de que los iraníes tratan de encontrar formas de tomar represalias contra los israelíes por una serie de cosas que ellos perciben que les han hecho, como asesinatos de científicos y líderes militares, así como el daño a las fortificaciones militares iraníes en Siria”.

Takeyh añade: “El asunto israelo-saudí es obviamente parte de esto y, por supuesto, parte de la política exterior iraní, en el sentido de que se utiliza el terrorismo como un instrumento de la política de Estado, que siempre ha sido presionar a sus adversarios, ya sea en el Golfo, o en el Levante. Por lo que en ese sentido se puede ver a tres niveles: la continuación de la política histórica de Irán, un aspecto de la guerra en la sombra entre Irán e Israel, y también el beneficio añadido de socavar, si no destruir por completo, la posibilidad de que los saudíes se unan a los israelíes en una mayor cooperación estratégica y económica”.

“Esta es la genialidad de la estrategia iraní –concluye Takeyh–. Utiliza apoderados para provocar conflictos y luego todo el mundo dice que no podemos atacar a Irán porque eso agranda el conflicto, y por eso recurren a medidas como las presiones financieras, etc., cuya eficacia es discutida”.

El papel de la comunidad internacional

El Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha acusado tanto a Hamás como al gobierno de Israel de cometer crímenes de guerra en sus recientes acciones.

Las Naciones Unidas han fallado durante largos años porque no han sancionado a Israel a pesar de los constantes informes del Observatorio de Derechos Humanos y de los distintos países que denunciaban el hostigamiento a la población palestina. Una de las causas es el veto de EE.UU., que se ha repetido con ocasión de la propuesta de resolución en favor de un alto el fuego inmediato por ambas partes, Israel y Hamás.

No olvidemos que Estados Unidos es el mayor financiador de la defensa de Israel, al que ha asignado 3.000 millones de dólares sólo en 2023.

Perspectivas

No está muy claro cómo ni cuándo terminará esta guerra. Sí vemos que ambas fuerzas no darán tregua hasta conseguir sus objetivos completamente antagónicos de echar fuera del territorio al otro.

Si los habitantes de Gaza pasaran a Egipto, Netanyahu habría cumplido la primera parte de su objetivo en cuanto a la expulsión de los palestinos.

En estas guerras, las víctimas son siempre civiles a los que sus propios gobiernos exponen al ultraje sin escuvhar los reclamos de paz y diálogo. La solución debería ser política, no militar. La violencia engendra violencia.

Netanyahu pretende unir a la población israelí contra el enemigo común. Si bien los primeros días pareciera haberlo logrado, hoy por hoy las divisiones internas vuelven a florecer y los ciudadanos no se dejan manipular; lo mismo se observa en los palestinos frente a sus autoridades, los libaneses o los iraníes. Solidaridad con los que sufren sí, títeres de sus gobernantes, no.

Julia Mendoza es especialista en Oriente Medio

2 Comentarios

  1. Los civiles israelies, que están en contra del actual dirigente manipulador, deben propiciar la solución política. Terrorismo hay tanto en un país como en el otro. El hostigamiento persistente de Israel a Gaza es otra forma de terrorismo camuflado.

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