Opinión Pública

Las revelaciones sobre la “trama rusa” para influir en la opinión pública en EE.UU. muestran que las redes sociales son inevitablemente manipulables, y que la inteligencia artificial no va a arreglar el problema.
Los últimos papas han mantenido una alta aceptación, con independencia de la consideración de que gozan por parte de los medios de comunicación.
Las grandes plataformas digitales prometen combatir los bulos, pero no está claro el límite entre defensa de la verdad y censura, y además se reclama más transparencia a las redes sociales.
El presidente republicano está contribuyendo a empobrecer el debate público y a potenciar los antagonismos, dos errores que a menudo repiten sus críticos.
En la campaña electoral británica, las entrevistas en TV a los ciudadanos corrientes ponen más el foco en los líderes políticos que en los programas de los partidos.
Después de las elecciones norteamericanas, medios y plataformas tecnológicas se unen para promover una buena cobertura de las presidenciales francesas.
El “fact checking” no es la panacea para desactivar la demagogia de Trump: el nervio central de su relato seguirá intacto mientras los medios no se tomen en serio las percepciones de sus votantes.
Yago de la Cierva, coautor de “Cómo defender la fe sin levantar la voz”, destaca en esta entrevista la necesidad de dar razones que iluminen la postura de la Iglesia católica en cuestiones donde su visión choca con el discurso dominante.
Para tener una actitud crítica hay que ejercitar ciertos hábitos y evitar otros, sostiene el autor, que desvela algunas de las trampas intelectuales más difundidas hoy.
El fenómeno Trump y el “Brexit” han llevado a muchos a preguntarse si las posturas viscerales y el partidismo están imponiéndose en el debate público.
Cuando uno tiene sus propios “hechos”, este exceso de subjetivismo impide construir el diálogo social.
Como se ha visto en dos polémicas recientes, Facebook y Google quieren dar muestra de sensibilidad social para contrarrestar su imagen de poderío.
Un modo simple de zanjar los debates en temas controvertidos es asegurar que uno está en “el lado correcto de la historia”.  Pero si algo enseña la historia es que no es fácil captar su sentido.
Tener el coraje moral necesario para defender lo que uno considera justo y verdadero, aunque suponga ir a contracorriente, nunca es cómodo.
La absolución de un obispo australiano acusado de abusos sexuales muestra qué fácil es arruinar la fama de una persona y qué difícil es restituirla.
En los medios de comunicación italianos hay una devoción por el cambio en la concepción de la familia, que ignora el sentir de buena parte de la opinión pública, señala el intelectual Ernesto Galli della Loggia.
Los políticos entretienen para conseguir que sus ideas sean escuchadas. El problema es cuando el espectáculo no favorece la reflexión crítica.
Conocidas personalidades británicas fueron acusadas públicamente de abusos sexuales. Ahora se descubre que las denuncias son muy dudosas.
La incontinencia verbal puede salir cara en las redes sociales, donde el afán justiciero de las masas deja poco margen para el error.

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