En vez de presentar al presidente demócrata como el venerable padre de la nación, habría que empezar a verle como parte interesada en la batalla cultural.
Para la mayoría de la gente, el aborto dista mucho de ser un bien social y suscita más reparos morales de los que sugiere el debate político y mediático.
Tendemos a creernos bien informados y afirmamos con contundencia nuestro derecho a pronunciarnos sobre diversos temas. En realidad, no sabemos tanto, y la corriente de la posverdad puede arrastrarnos fácilmente.