“Reformar a los demás es ambición de que todos se mofan y que todos abrigan”. La frase de Nicolás Gómez Dávila sintetiza bien la relación de amor-odio de la cultura contemporánea con el moralismo. Algo parecido ocurre con las guerras culturales: todo el mundo las deplora, pero ninguno de los interesados en difundir su visión del mundo renuncia a librarlas. El doble juego al que alude el pensador colombiano se hace patente en el ámbito de las guerras culturales, esas
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