La opinión pública se parece a un mar revuelto, enfurecido, bronco… Hay tantas olas en la superficie –tantos malentendidos, tantos prejuicios– que el fondo de los debates se vuelve turbio y acaba siendo muy difícil distinguir cuál es el valor en juego. En este clima hostil a la comunicación serena, es importante comprender qué preocupa al otro lado y hacerse entender.
Hay términos de efectos imprevisibles. Como los botones que activan un resorte, basta nombrarlos para que se despierten en los oyentes emociones de distinto signo: libertad de expresión, diversidad familiar, populismo, ideología de género, feminismo, libertad religiosa... Son palabras que arrastran un significado propio en el contexto ...
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