La dura historia real del accidente nuclear de 1986, con su galería de dirigentes inmorales y héroes anónimos, equivale a una potente impugnación del comunismo.
Dos espías en la II Guerra Mundial que fingen ser un matrimonio: una buena historia, dos grandes actores para interpretarla, un director experimentado y un mal guion que la desaprovecha.
Esta nueva versión del clásico del terror aporta pocas novedades, pero el guion es chispeante y agilísimo, y en los efectos especiales aprovecha bien la tecnología actual.
La historia de un matrimonio que intenta salvar a sus hijos, abocados a morir de una enfermedad para la que no hay cura. Queda por debajo de sus posibilidades dramáticas.