El consumismo tiene mala fama en la teoría, pero se ha impuesto en la práctica, incluso entre sus críticos. La virtud contraria no es la simple austeridad, sino la sobriedad: ser dueño de uno mismo.
Filósofo de moda, escritor y conferenciante prolífico que recurre continuamente a la provocación, es un crítico de la posmodernidad y un “ateo cristiano”.
Andrés-Gallego contextualiza la doctrina social de la Iglesia, analiza sus principios y señala qué desarrollos son posibles a la luz de los problemas de hoy.
Las posiciones de ambos filósofos coinciden en su crítica a la aceleración desmedida del mundo, por culpa del consumismo, pero difieren en otros aspectos, singularmente en su acercamiento a la religión.
La alternativa a una posmodernidad cansada y cínica puede ser cultivar el encanto por realidades que atraigan y den sentido: los otros, la naturaleza, lo bello.