·

Alicia Peñaranda
Los debates en torno a las esposas de los presidentes de Colombia y El Salvador son indicio de la relevancia que tiene esta figura, teóricamente protocolaria, en los países latinoamericanos.
Las elecciones locales tendieron a la derecha, entre otras cosas, porque las soluciones de las problemáticas locales más evidentes se alejan de las posturas del gobierno: seguridad y empleo.
Los numerosos tuits del presidente colombiano sobre el conflicto entre Israel y Hamás han provocado una crisis en las relaciones con Israel y problemas con Estados Unidos.
Alexandria Ocasio-Cortez y otros representantes demócratas impulsan las causas progresistas de tres gobiernos sudamericanos de izquierda.
Colombia restablece las buenas relaciones con Venezuela y participa en la mediación internacional entre Maduro y la oposición, con vistas a que las elecciones presidenciales de 2024 sean limpias.
La ruptura entre los dos vecinos es una muestra de la crispación que provoca la división ideológica en Latinoamérica.
En los primeros seis meses de mandato, el programa de reformas del nuevo presidente ha encontrado fuertes resistencias, en especial en la sanidad y en la energía.
Gustavo Petro, el primer presidente izquierdista de Colombia, ha señalado como prioridad “descarbonizar” el país.
El presidente saliente, que da paso a Gustavo Petro, ha tenido un mandato por protestas, pandemia y un tímido crecimiento económico.
Por primera vez en la historia de Colombia, un candidato de izquierda está realmente cerca de llegar a la Casa de Nariño.
Las elecciones parlamentarias del 13 de marzo reflejan una mayor polarización y dispersión del voto, en perjuicio del centro.
La Corte Constitucional impone una regulación del aborto muy permisiva, contra la postura mayoritaria de la opinión pública.
El gobierno colombiano quiere reanudar la fumigación con un herbicida potencialmente peligroso para la salud, mientras subsiste el problema de fondo: la coca es el cultivo más rentable.
La subida de impuestos fue solo el detonante para reanudar las movilizaciones, interrumpidas por la pandemia, contra la desigualdad y el paro.
Tras la incorporación de 70 millones de mujeres al mercado laboral latinoamericano desde finales del siglo XX, la economía del cuidado abre nuevos caminos para su aportación al bienestar social.
Junto al reconocimiento de los crímenes y la reinserción de los culpables, sigue habiendo grupos armados alimentados por el negocio de la droga.
La llegada de 1,7 millones de inmigrantes venezolanos ha supuesto una prueba para los servicios sociales de Colombia.
La pandemia ha frenado el acceso a estudios superiores y ha multiplicado los abandonos, pero a la vez ha sido la oportunidad de ampliar el acceso a internet y la educación a distancia.
El poder de convertir la creatividad, el talento y la herencia cultural en bienes y servicios se percibe como un buen camino para el desarrollo económico de América Latina.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.