Gustavo Petro y la “fallida diplomacia” en trinos

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Gustavo Petro

Barranquilla. Decir que el presidente de Colombia Gustavo Petro es activo en X (antes Twitter) es quedarse corto. Actualmente es la cuarta figura política con más recepción en la mencionada red social, razón por la cual ha sido criticado numerosas veces por el uso intensivo que hace de la plataforma. De forma contundente esto quedó demostrado por la encuesta de opinión más amplía realizada en el país entre más de mil líderes de opinión provenientes de la política, la academia y los medios.

Según medios nacionales, durante su primer año de gobierno Gustavo Petro trinó más de 5.500 veces. Un número nada despreciable de mensajes en los que no se limita a reportar noticias pertinentes con la gestión de su administración, sino que incluye: ideas sueltas y sugerencias de políticas públicas, confrontaciones con otras figuras públicas de la región, como sucedió en marzo en un cruce de mensajes públicos con el presidente salvadoreño Nayib Bukele, críticas a los medios de comunicación del país que le cuestionan y en las últimas dos semanas se ha especializado en plantear una posición personal como directriz de la política exterior del país, caso actual que tiene las relaciones entre Colombia e Israel pendientes de un hilo.

Desde el pasado 7 de octubre, cuando se conocieron las noticias del ataque de Hamas a Israel, Petro sentó las bases del discurso que ha sostenido de manera recalcitrante en sus redes sociales. Remitiéndose a su intervención en Naciones Unidas el 19 de septiembre –en la cual hizo un llamado a la comunidad internacional para levantar dos mesas de diálogos de paz: una para el conflicto entre Rusia y Ucrania, y otra para Israel y Palestina–, el mandatario se hizo viral por ser uno de los pocos líderes mundiales que no se solidarizó con Israel ante los actos terroristas que constituyen el mayor ataque al país desde su fundación. Petro, en cambio, comparó la franja de Gaza con Auschwitz, comentarios que han sido calificados de antisemitas por el Estado de Israel, organizaciones no gubernamentales, y políticos dentro y fuera del país.

Durante una semana se mantuvo activo en sus redes publicando contenido alusivo al tema y reposteando a medios internacionales que compartían su visión. Sin embargo, el domingo 15 de octubre intensificó su actividad publicando más de 100 trinos relativos al tema. En este día publicó una imagen que reza “En Colombia no apoyamos genocidios”. Los siguientes mensajes incluyeron, entre comentarios incisivos, retuits de otros líderes de opinión mundiales como el Papa Francisco y de usuarios, colombianos y extranjeros, mostrándole su apoyo, así como noticias tomadas de cuentas pro-Palestina, no siempre verificadas.

Esta situación derivó en una crisis en las relaciones entre Colombia e Israel, país que le hizo una reprimenda pública al gobierno colombiano a través de su embajadora en Tel Aviv, Margarita Manjarrés, y aseverando que cortarían las exportaciones de armamento que actualmente hacen al país suramericano. Por su parte, Petro respondió afirmando que al presidente de Colombia “se le respeta”, y trajo a colación la actuación de dos exmilitares israelíes que tuvieron incidencia en el conflicto armado colombiano durante las décadas del ochenta y el noventa. El mandatario no dudó en decir que si se debían romper las relaciones con Israel, así lo haría. Y finalizó haciendo un llamado a otros gobiernos latinoamericanos a marcar su oposición a Israel, petición que no recibió eco.

Tras el ataque al hospital bautista del pasado martes 17 de octubre (que Israel niega haber hecho y atribuye a un misil perdido de Hamás), la posición del presidente colombiano se ha venido matizando, disminuyendo notoriamente el número y el tono de los tuits que emite. Esto se debe, según sugiere Daniel Pacheco, director de La Silla Vacía (Medio de opinión colombiano), a que en la Casa de Nariño se sopesan ya las consecuencias que puede traer el rant del presidente a las relaciones económicas y políticas, no sólo con Israel, sino más importante aún para Colombia, con Estados Unidos. Entre ellas subraya: “Petro ha sido interpretado […] de manera casi inequívoca en Estados Unidos como antisemita. […] Esto tocó fibras muy profundas en los dos partidos y en el Congreso está teniendo un impacto importante, sobre todo, de cara a la ayuda financiera que da Estados Unidos a Colombia”. Es importante mencionar que esta última se estima en 500 millones de dólares que el país suramericano podría no ver.

Resulta paradigmática la posición que el presidente de Colombia ha asumido ante el conflicto en Gaza cuando se la contrasta con las reacciones de sus homónimos en la región, incluso con aquellos más cercanos en ideología como son el presidente de Chile, Gabriel Boric, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, quienes han rechazado los ataques de Hamás, y sostenido la potestad del Estado de Israel de defenderse –matizando, cuando hubo lugar, esta postura, por ejemplo, ante los ataques al Hospital Bautista de Gaza–. Por ello, la voz del presidente Petro se percibe como un empecinamiento solitario que podría traer graves consecuencias para las relaciones diplomáticas en su país, pero que sobre todo le muestran como una figura errática, desinformada e incendiaria, que no termina de entender las implicaciones que tiene el uso y abuso de las redes sociales en su actual posición.

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