Katharine Birbalsingh es, según los medios británicos, “la directora de escuela más estricta del país”. Pero su exigencia tiene un motivo: “Quiero que mis alumnos salgan al mundo y encuentren su propósito en la vida”. El caso es que la receta funciona. Y lo hace, además, en un barrio marginal de Londres, y con un alumnado mayoritariamente de origen inmigrante.
“Todos queremos el progreso, pero si estás en el camino equivocado, progreso significa dar media vuelta y volver al camino correcto; en ese caso el hombre que da la vuelta antes es el más progresista”: es la frase de C. S. Lewis que cuelga en el despacho de Katharine Birbalsingh, directora del colegio Michaela.
En 2010, Katharine Birbalsingh saltó al ojo mediático al hablar en la conferencia del Partido Conservador (lo que le granjeó bastantes enemigos, aunque ella no pertenece a la formación). Su mensaje era sencillo: el sistema educativo está “roto” porque se ha dejado influenciar por ideologías que perjudican al alumno.
En 2014 pasó del dicho al hecho y abrió un colegio aprovechándose de una reforma gubernamental que había dotado de más flexibilidad al sistema educativo británico al permitir la creación de las escuelas libres: colegios con un régimen similar al de los concertados en España.
A pesar de que los detractores de Birbalsingh hicieron todo lo posible por boicotear la apertura del colegio, la escuela Michaela lleva ya diez años en marcha con un alumnado de bajo nivel socioeconómico que ha conseguido colarse entre las mejores del país en los exámenes de secundaria.
En parte, las razones de este éxito pueden encontrarse en The power of culture, un libro escrito por algunos profesores de la escuela donde se explica, entre otros asuntos, por qué sigue mereciendo la pena enseñar a Shakespeare, por qué en un colegio con una alta presencia de migrantes se canta God Save the King o por qué en los pasillos los alumnos caminan en silencio (excepto si se cruzan con un miembro del equipo del colegio, al que entonces deben mirar a los ojos y saludar con un alto y claro “Buenos días, profesor”).
El mensaje de bienvenida que se lee en la web también es bastante ilustrativo: “Somos diferentes. Ponemos de moda lo tradicional. Trabajamos duro y perseveramos. Nos encanta celebrar la bondad y la gratitud. Aceptamos retos y superamos obstáculos. Marcamos la diferencia para que un día podamos mirar atrás y saber que ha merecido la pena”. Lo de “trabajar duro” no es una metáfora: llegar unos minutos tarde, no tener el material necesario o no haber hecho los deberes son motivos para ganarse un castigo, que suele consistir en quedarse en el colegio media hora más después de que terminen las clases. Eso sí, el profesor hablará con el alumno para explicarle el porqué de la sanción, con un discurso que suele estar impregnado de la necesidad de la responsabilidad personal.
Conversamos con Katharine Birbalsingh para descubrir en qué consiste su “receta educativa”.
El alumno en el centro: autoridad y afecto
— ¿Qué se hace diferente en Michaela? ¿Cuál es la clave de su éxito?
— Todas las buenas madres saben de lo que estoy hablando: los niños necesitan del elogio y el castigo.
La clave es el afecto: les quieres lo suficiente como para mantener las expectativas altas. Ahora mismo, por ejemplo, justo fuera de mi puerta, tengo una cola de niños esperando a su media hora de castigo que tienen que cumplir después del colegio. ¿Qué más da? No es tan grave. Ellos llegan, cumplen con su media hora y se van a casa. No lo viven como el fin del mundo y lo agradecen porque saben que les ayuda a ser mejores.
En Michaela, “el profesor es el que está al frente de la clase y el que lidera el aprendizaje”. Lo contrario “es ridículo”
Pero todo esto lo haces porque los quieres. La gente piensa que ser estricto es malo, cuando en realidad, si eres estricto, significa que los quieres lo suficiente como para mantener tus expectativas altas. Y no tienes que tratarles mal, simplemente ser claro y coherente.
Así que sí, la disciplina es un pilar fundamental de nuestra manera de hacer las cosas. Otro pilar fundamental es cómo enseñamos: el profesor es el que está al frente de la clase y es el que lidera el aprendizaje.
Algunas personas rechazan este modelo porque no creen en los castigos o se sienten incómodos siendo la autoridad en el aula. A veces escuchas a maestros que dicen: “Yo aprendo lo mismo de los niños que ellos aprenden de mí”. Bueno, pues eso es ridículo, quizá signifique que no eres un buen maestro.
Esto es muy insultante para el alumno, porque él lo que necesita es convertirse en un adulto que sepa más que los niños. Esa es la cuestión del aprendizaje.
Y, por último, nuestro pilar es la cultura del colegio. Nuestro libro se llama El poder de la cultura porque la cultura lo es todo: trabaja duro, empújate hasta tus límites, encuentra la motivación interna, toma la responsabilidad de tu propia vida.
El plan de estudios en Michaela es exigente y está orientado a que los niños aprendan, saquen las mejores notas en los exámenes y tengan una cultura que les permita desenvolverse en entornos de los que la mayoría de esos alumnos no provienen.
Pero también hay un énfasis en desarrollar el carácter del alumno para que se convierta en un adulto responsable, en un ciudadano que contribuya a la sociedad, en una persona capaz de asumir la tarea de hacerse cargo de la propia vida y de elegir el bien.
Algo fundamental considerando que, dadas las circunstancias de su alumnado, Michaela compite muchas veces con la tentadora alternativa de las bandas criminales, el abandono escolar o una vida entregada al victimismo por haber nacido en circunstancias desfavorables.
Responsabilidad, sacrificio, patriotismo, gratitud
— La cultura de Michaela se fundamenta en lo que tú llamas “valores conservadores con c minúscula”. ¿En qué consiste eso?
— En inculcar un sentido de responsabilidad personal en ellos, en asegurarse de que entiendan que tienen poder sobre sus vidas y que no son víctimas, en construir un sentido de resiliencia en ellos y en motivarles para que vayan hacia adelante todo el tiempo y se atrevan a superar obstáculos. También en enseñarles el sentido del sacrificio, que aprendan sacrificar cosas que son importantes para sí mismos por el bien de los demás.
Y, por supuesto, un sentido del deber. Que se pregunten: “¿Cuál es mi deber y mi rol en la vida? ¿Qué debería hacer para contribuir al mundo?”
También les inculcamos la gratitud, porque no importa lo poco que tengas, siempre habrá alguien que tenga menos que tú, y ya solo el hecho de haber nacido en un país como Reino Unido (o en tu caso, España) nos convierte en las personas más afortunadas del mundo.
— ¿Por qué ese énfasis en orgullo nacional?
— Porque pertenecemos a algo, formamos parte de algo, no somos personas indiferentes que pasamos por casualidad por aquí, hay algo que nos une.
Si tu colegio no te ayuda a encontrar tu lugar en el país, entonces estarás para siempre en desventaja”
No podemos negar el hecho de que hay países. El hecho es que los países importan, y que nosotros pongamos el foco en que todos formamos parte de nuestro país no tienen nada que ver con excluir a los demás, sino con asegurarnos de que los alumnos sienten que pertenecen a algo.
— Supongo que esto es especialmente importante para los alumnos a los que enseñáis, muchos de ellos extranjeros. Quizá un chico de Londres de clase media no tiene que preguntarse de dónde viene y a dónde pertenece…
— Eso es cierto, y ese es exactamente el problema. No solo no tienen que pensar en eso, sino que no quieren pensar en eso. Para ellos es más fácil rechazar a Inglaterra, pero eso es una posición muy privilegiada porque tú sabes tus orígenes.
Cuando tu familia viene de otro país y no conoces el inglés, no comes los alimentos británicos, no cantas las canciones británicas, no conoces nada de esto, entonces te sientes fuera de lugar en tu propio país. Y si tu colegio no te ayuda a encontrar tu lugar en el país, entonces estarás para siempre en desventaja.
Unos detractores ideologizados
— ¿Por qué el colegio suscita una oposición tan fuerte, si los resultados son buenos y la demanda crece?
— El movimiento de las “escuelas libres” trajo más variedad al sistema educativo, pero a los sindicatos de profesores no les gustó: querían que el sistema fuera un único bloque porque eso les da más poder a ellos.
Tampoco les gustan las cosas que les enseñamos a los niños porque no nos regodeamos en el concepto de víctima, no culpamos al gobierno y a los ricos de nuestros problemas. En lugar de eso, hacemos lo necesario para equiparnos con las habilidades y conocimientos que necesitamos para lograr el éxito en nuestra vida. Hay muchas personas que se oponen a esa visión por motivos ideológicos.
— ¿Por qué este rechazo explícito a la noción de víctima, cuando muchos de los alumnos del colegio podrían calificarse como tales?
— Porque ¿cómo vas a vivir tu vida entonces? ¿Vas a mendigarle al gobierno para siempre? ¿Vas siempre a decir: nací negra, o mi padre no estaba ahí, o vivo en una zona de vivienda social, o nací pobre, así que no, no pude hacer nada de mi vida? Y a los 90 años, te sientas en tu cama y dirás: qué pena, tuve una vida terrible, pero no podía hacer nada.
El hecho es que la vida te deja con un cierto número de cartas. Y algunas personas tendrán una mejor mano que tú, eso es verdad. Pero tienes que jugarlas. Eso es la vida.
Como profesores, nuestro deber es enseñar a los niños a lidiar con las adversidades de la vida y a construir la resiliencia necesaria para poder saltar sobre los obstáculos que inevitablemente aparecerán.
— Y, diez años después, ¿qué dicen los críticos?
— Seguimos teniendo muchos detractores. Insisten, a pesar de no haber estado nunca en la escuela, en decir que los niños son infelices, y que todo lo que estamos haciendo es prepararles para aprobar exámenes. Y eso es porque están ideologizados y no quieren escuchar lo que funciona. No les interesa porque no les gusta mi conservadurismo.
Un éxito difícilmente discutible
Lo cierto es que los resultados académicos hablan por sí solos y una escuela de un barrio marginal de Londres se ha colado entre las mejores del país. Pero, ¿qué es realmente el éxito para Katharine Birbalsingh?
— ¿Cuál cree que ha sido el mayor impacto de su manera de hacer las cosas?
— No creo que solo sean los niños que se han beneficiado aquí. Son los miles y miles de personas por el mundo de los que nunca sabré. Gente que me agradece estar diciendo estas cosas, estar contando la verdad de la educación. Miles de profesores por el mundo con los que nunca me encontraré y todos sus alumnos a los que nunca conoceré.
— ¿Qué es un alumno de éxito para Michaela?
— Algunos de nuestros alumnos se convertirán en revolucionarios y algunos de nuestros alumnos se convertirán en dentistas. Y eso está bien porque todos tienen personalidades diferentes e intereses diferentes. Y nosotros les damos lo que necesitan para poder salir de la escuela y ser personas de éxito y cuando digo éxito no quiero decir que ganen mucho dinero, sino que vivan sus vidas con dignidad.
Quiero que los niños estén equipados con los valores que les permitan vivir vidas con significado, que puedan perseguir sus pasiones y usar los dones que les han sido dados para contribuir a la sociedad y hacerla mejor. Que puedan formar sus propias familias y encontrar su propósito en la vida.
Un comentario
Me gusta muchísimo el artículo y el Colegio !