Los bienes de la vida sencilla

publicado
DURACIÓN LECTURA: 1min.

Algunos decrecentistas ponen el acento más en las actitudes personales que en el sistema. No se trata, dicen, de cambiar la economía, sino de ponerla en su sitio. Tiene que estar en segundo plano, para que tomen precedencia los bienes inmateriales, pues en ellos se encuentra la felicidad.

Según Latouche, hay que derribar el imperio del economicismo, primero, en las mentes de las personas. Como dice Nicolas Ridoux en su libro Menos es más (La décroissance pour tous, 2007), el objetivo del decrecimiento no llegará mediante ninguna “fórmula milagrosa”: será el resultado de una multitud de planteamientos convergentes. Ante todo, hace falta un cambio de actitud: abandonar la “religión del crecimiento”, el insensato deseo de tener más por tener más. Para disminuir paulatinamente el consumo de bienes y energía en los países y por parte de las poblaciones que no necesitan más, se empieza “desechando lo material superfluo en beneficio de un incremento de las relaciones humanas”.

La propuesta es adoptar un modo de vida sencillo, pero que sea generalizable. No hay que marcharse a vivir a una cabaña, como hizo Sue Hubbell y cuenta en su libro (Un año en los bosques), lo que generalmente no podrá ser más que un experimento. Pero se puede ganar tiempo al trabajo y al consumo para emplearlo en necesidades no materiales.

Ridoux recomienda liberarse de la prisa: perder velocidad para vivir más en sintonía con los ritmos naturales. Sin prisa, se puede recuperar el gusto por caminar o ir en bicicleta, y no solo en los fines de semana; dedicar más tiempo y atención a la amistad; disfrutar del placer de la conversación; detenerse a contemplar la naturaleza…

Es el mismo consejo de Pierre Sansot (1928-2005), autor del delicioso libro Del buen uso de la lentitud (Du bon usage de la lenteur, 1998). “La lentitud no significa incapacidad para adoptar un ritmo más rápido. Es más bien la voluntad de no querer forzar el tiempo… pero también el incremento de nuestra capacidad de acoger el mundo y de no olvidarnos a nosotros mismos por el camino. El leve roce antes que la agitación”.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.