En el multiverso se entra o no se entra. Igual que en esta película. Yo no he entrado, me he quedado en el descansillo. Lo anuncio porque estamos ante una de esas películas que se ha convertido en el fenómeno de la temporada para la crítica especializada.
Y no discuto la originalidad del planteamiento: el de una madura inmigrante china en Estados Unidos con multitud de problemas, que tiene que salvar el planeta saltando de mundo en mundo en un abigarrado multiverso. Ni negaré los descacharrantes y lúcidos momentos en que los universos colapsan. Ni quitaré una pizca de mérito a su falta de complejos para mezclar la comedia hortera con el drama lírico, la aventura y la ciencia ficción. No dejaré de destacar la cantidad de referencias cinematográficas. Y, por supuesto, alabaré su positiva reflexión sobre la maternidad, a pesar del artificio que la rodea.
Todo eso está en la película –entre otras razones, porque en tres horas caben muchas cosas–, pero el resultado puede extasiarte o abrumarte. Y mi caso es el segundo. No conseguí entrar en el multiverso que plantean Dan Kwan y Daniel Scheinert. El exceso –de metraje, de giros, de referencias, de todo– y el tono escatológico de parte de la historia me dejaron en el rellano. Otros tendrán más suerte.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
2 Comentarios
Hola, gracias Ana. Una pregunta, ¿no hacéis clasificación de las películas, como se hacía hace años? Para saber a que edad la enfocáis y otros temas que nos puedan preocupar? Mil gracias!
Anoche vi la película. Estoy totalmente de acuerdo con su análisis. Me cuesta trabajo comprender que tenga tantas nominaciones.