Mis dobles, mi mujer y yo

TÍTULO ORIGINAL Multiplicity

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Harold Ramis. Guión: Chris Miller, Mary Hale, Lowell Ganz y Babaloo Mandel. Intérpretes: Michael Keaton, Andie MacDowell, Harris Yulin. 110 min.

Trabajar hasta la extenuación, presenciar los eventos importantes de los hijos, echar una mano en las tareas domésticas, ver cumplidas esas fantasías que sabemos irrealizables… Imposible llegar a todo: no hay tiempo. A no ser que… un ingenioso doctor haya desarrollado un sistema de clonación gracias al cual uno se multiplica por dos, tres, cuatro… Doug conoce a ese doctor, que le proporciona unos dobles, los perfectos sustitutos. Y aparte de algunos incómodos equívocos, le hacen la vida muy simple. Simple y aburrida, pues Doug descubre que huyendo de sus obligaciones cotidianas le queda mucho tiempo… para nada.

Harold Ramis dirige una divertida comedia, fábula moral de pautas parecidas a las de Atrapado en el tiempo, su anterior film. Aunque no alcanza la altura de esa película -la mejor de Ramis hasta el momento-, hay que agradecerle su positivo contenido -no es de usar y tirar-, aderezado con situaciones cómicas hilarantes. Gran parte del mérito corresponde a la magnífica actuación de Michael Keaton, perfecto en el papel de Doug y sus tres replicantes, uno adicto al trabajo, otro hogareño y el último retrasado mental. La coordinación de su interpretación con los departamentos de efectos especiales y fotografía está medida al milímetro, de modo que las escenas que Keaton comparte consigo mismo -el actor llegar a estar presente en el mismo plano multiplicado por cuatro- se aceptan como reales.

Sin embargo, al ingenio que destila la historia, urdida a partir de un relato corto de Chris Miller, le rechinan algunos momentos. Los celos de Doug ante la posible tesitura de que sus dobles compartan cama con su mujer hacen añorar la elegancia de la comedia clásica; pues se opta por una grosería algo burda. También se pueden poner peros al desenlace, algo precipitado, que los gags finales ayudan, en parte, a disimular.

José María Aresté

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