Bad Blake es un maduro cantante de country, venido a menos por el alcohol, que tiene a sus espaldas cuatro fracasos matrimoniales. Ahora se limita a actuar en antros, a lo largo y ancho de Estados Unidos. En Santa Fe conoce a Jean Craddock, joven periodista, madre soltera. Surgirá la atracción que es también añoranza por las cosas buenas de la vida que ha dejado pasar.
Emotivo film basado en una novela de Thomas Cobb, escrito, dirigido y producido por Scott Cooper. Atrapa con exquisito clasicismo los rasgos de todo un cowboy, papel que Jeff Bridges borda: su composición está llena de matices. Aprovechando el formato de road-movie, se despliegan con honestidad los temas de la película: el alcoholismo de Bad; los celos hacia un joven cantante; los encuentros con la buena gente del medio oeste; y por supuesto, la aparición de Jean -gran interpretación de Maggie Gyllenhaal, que aguanta al “gigante” que tiene ante ella, actor y personaje-, detonante de una posible redención, que pasa por reconocer un pasado con puntos negros y el consiguiente sacrificio de volver a empezar.
En el film cumplen un papel esencial las canciones. Más cuando Bad, que las compone, plasma con lirismo desgarrador sus problemas personales, a modo de exorcismo. El nivel de T Bone Burnett y el fallecido Stephen Bruton es formidable, sus temas dan el tono requerido. Destacan el concierto en que el telonero Bad comparte escenario con Tommy, o esa canción que le define tan bien: “es extraño lo parecido que es caer y volar, durante un rato”.