La gran familia española

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Sexo

ESTRENO13/09/2013

Hay mucha estrategia en este melodrama de Daniel Sánchez Arévalo, el director y guionista madrileño de 43 años que desde su ópera prima de 2006, Azuloscurocasinegro, viene repitiendo constantes temáticas y tratamientos en sus historias, que parecen presididas por una peculiar interpretación del lema agustiniano Ama y haz lo que quieras.

La gran familia española quiere ser muchas cosas a la vez y lo intenta con unos recursos que la convierten en una película irregular, episódica y argumentalmente inconsistente. Hay momentos logrados e interpretaciones esforzadas junto a situaciones artificiosamente acartonadas donde todo parece servir para llenar metraje en dos localizaciones. La habilidad de Sánchez Arévalo consigue que el producto final, sin ser bueno, sea aceptable: en manos de otro, la película habría sido un desastre.

Lo que parece una comedia desmadrada en plan reunión familiar por boda (uno de los subgéneros más explotados por el cine reciente) se pone seria, sentimental y hasta cursi para marcarse unos discursos ideológicos de padre y señor mío sobre un montón de temas interesantes, abordados con una sorprendente contundencia y… frivolidad.

La esquizofrenia de la película (que va del humor surrealista al retrato social con mirada ácrata pasota pasando por el melodrama aculebronado) termina por desconcertar. El espectador no sabe muy bien de qué manera encajan el triunfo de España en el Mundial de Sudáfrica con la película Siete novias para siete hermanos y con La gran familia española, un título bien significativo por las resonancias en la historia del cine español.

Hablaba al comienzo de estrategia y no con sentido peyorativo. Me parece muy lícito usarla para hacer atractiva una película, recurriendo a estrategias de marketing como proyectar la película en la concentración de la selección española de fútbol y hacerse fotos con los jugadores. Creo que Sánchez Arévalo es un buen director de actores y tiene buena mano en los diálogos. Pero también que los actores (Antonio de la Torre y Quim Gutiérrez, especialmente) se le repiten de una manera cansina y que los diálogos pueden estar bien aisladamente considerados pero en su conjunto dañan la estructura de la película, que se atomiza en exceso.

La opción por contar las historias de los cinco hermanos que se reúnen para la boda del más pequeño, de tan solo 18 años, con una compañera de clase, más un padre renuente a asistir a la ceremonia por el abandono de su mujer, es ambiciosa pero no funciona bien. En los equilibrios para desarrollar todos los personajes, la película pierde frescura y recurre a continuos gags, algunos de ellos ciertamente brillantes. Pero el tono se pierde una y otra vez, y eso cansa, quizás más cuando los flashbacks se suceden para dar explicaciones.

No hace mucho, la danesa Susanne Bier, afrontó una película arriesgadísima, Amor es todo lo que necesitas. Hay muchos elementos comunes con la película española, pero el guion de Anders Thomas Jensen se mueve en otra dimensión, en su mirada tragicómica sobre el desconcierto afectivo de varias generaciones y su visión del matrimonio y la familia. Es más inteligente y mejor película que la que nos ocupa. Espero que Sánchez Arévalo salga del atolladero porque se le ve atascado, quizás por los rígidos arquetipos que pueblan sus historias en las que faltan colores, contrastes, diversidad, vida.

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