Dice David Trueba que se inspira en la canción de John Lennon que da título a la película, pero también parece una adaptación de la canción emblemática de la transición española: “Libertad, libertad, sin ira libertad; guárdate tu miedo y tu ira”. Con nostalgia y “buen rollito”, como en la serie Cuéntame. La idea es hablar de anhelos de libertad, con la juventud que necesita respirar, y los mayores que han asumido el estado de las cosas tras una guerra. Se intenta no herir susceptibilidades, aunque no faltan ramalazos ideológicos… Nadie es perfecto.
La cinta sigue a Antonio, profesor de inglés que enseña el idioma a sus alumnos con canciones de su admirado Lennon. Sabedor de que está en España rodando una película, decide viajar a Almería, y en el camino recoge primero a una joven de 20 años, Belén, que espera un niño y ha huido; y luego a Juanjo, un joven de 16 años que, tras discutir con su padre, se ha dado a la fuga.
Hay encanto por el buen trabajo de Javier Cámara. Trueba le ha dado un magnífico personaje, lleno de matices y creíble (el modo en que afronta las diversas situaciones de su periplo, su trato con los chicos…). La recién llegada, Natalia de Molina, tiene frescura, y en cambio Francesc Colomer (Pan negro) resulta más soso. Los secundarios tienen gracia, incluso los simples figurantes: véase el conserje del “hotel”.
El trabajo de Trueba es superior al de Manuel Gómez Pereira en El amor perjudica seriamente la salud, también inspirado nostálgicamente en los Beatles. Lo que no significa que sea perfecto: el film podría estar más pulido, y pierde parte de su inocencia por cómo evoluciona la relación entre Belén y Juanjo.
