Hossein Amini es un guionista iraní de 48 años que vive en Inglaterra, donde se formó y ha trabajado haciendo adaptaciones para cine y televisión de obras literarias. Un guion original, el de la violenta y estilizada Drive, le dio celebridad y prestigio. Luego escribió Blancanieves y la leyenda del cazador, una variación del cuento, que fue un éxito en la taquilla internacional. Con esta adaptación de una novela homónima de Patricia Highsmith, publicada en 1964, Amini se estrena como director.
1962. Chester y Colette MacFarland, un acaudalado matrimonio norteamericano, hace turismo por Europa. En una visita al Partenón ateniense conocen a un compatriota, el joven y culto Rydal, que se gana la vida como guía turístico. Asistiremos a un triángulo de anhelos, frustraciones, complejos y pasiones en los que un inesperado crimen actuará como detonante.
Pienso que las novelas de Patricia Highsmith (1921-1995) están muy lejos de las obras de los grandes del género negro como Chandler o Simenon. Sus argumentos repiten una y otra vez –por lo general usando el formato del thriller psicológico– el mismo clima criminal tortuoso en ambientes más o menos exóticos, con protagonistas canallas y cínicos, gente envilecida pasada por la batidora psicoanalítica. Highsmith volcó en sus novelas su manera de ver la vida, con un tono amargo y desencantado, que se convirtió en marca de la casa, un aroma malditista que atrae a algunos lectores, especialmente los de la saga Ripley, que ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones.
Hasta cierto punto, conociendo su trayectoria, es comprensible el interés de Amini por una novela como la que nos ocupa. Y me parece que se puede decir de su trabajo el conocido elogio: se equivoca con estilo. La historia, a mi juicio, da para una TV movie; para convertirla en un largo, el guion de Amini marca un tempo de masticado lento, apelando a la solvencia del excelente trío protagonista, que aguanta lo que le echen. La fotografía, la música y el diseño de producción son buenos y las localizaciones griegas y turcas, hermosas.

La película quiere ser un pausado y esteticista drama psicológico con crimen de fondo, y su problema es que hay poco drama, poca psicología, poco crimen y poco, muy poco fondo.
Los aficionados a las novelas de Highsmith encontrarán una adaptación elegante y estilosa, que se toma alguna licencia, pero que refleja bien el alma turbia y desencantada del original.
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