El nuevo biopic del británico Stephen Frears (La Reina) trata de la carrera de Lance Armstrong, el célebre ciclista norteamericano que fue héroe, leyenda y, finalmente, un fraude; es decir, buen material cinematográfico. Lance Armstrong, con todos sus defectos, era un luchador, y su historia se sigue con interés. El guion de John Hodge se basa en el libro que escribió el periodista David Walsh, Seven Deadly Sins: My Pursuit of Lance Armstrong.
Destaca en esta cinta el detalle con que se han filmado las carreras: muchas de ellas parecen tomadas de los archivos de televisión, filmaciones preciosas que son, además, un canto de amor al ciclismo. Destaca también Ben Foster, el actor que da vida a Lance Armstrong: parece poseído por el espíritu del ciclista y anima la película tanto como aquel animó el Tour de Francia. Junto a él, Guillaume Canet se luce al interpretar al doctor Ferrari, el doctor EPO de triste memoria; y otro tanto hace Jesse Plemons, que encarna a Floyd Landis, delfín de Armstrong que acabó enfrentado con él. Estos tres nombres marcan las grandes líneas de la película: la historia de Armstrong es la de la obsesión por ganar; el doctor Ferrari introduce el lado oscuro del ciclismo; la relación con Landis sería el lado humano, la conciencia entre corredores poco honrados.
The Program tiene un ritmo excelente y supone una afortunada inmersión en el mundo del ciclismo profesional. Es una buena película, agradable, bien realizada, magníficamente interpretada, en la que queda claro un fraude y la vergonzosa complicidad –al menos por su silencio– de las instituciones deportivas responsables.
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