Llama la atención la cantidad de libros que se están publicando de Stefan Zweig (1881-1942), escritor que sin duda puede considerarse un clásico del siglo XX. Es autor de una extensa y variada obra que incluye novelas, biografías, ensayo, teatro, poesía y hasta reportajes literarios dedicados a sus viajes, como este volumen, que contiene una selección de esos textos. Zweig fue desde muy joven un gran viajero por placer en Europa, Asia y América, y en la madurez, por necesidad, cambió varias veces de domicilio en el Viejo Continente y en el Nuevo Mundo, hasta que se asentó en Brasil apenas dos años antes de su muerte.
También, Zweig fue testigo de los cambios que se dan en la primera mitad del siglo XX en la forma de viajar, con la irrupción de los periplos en masa organizados por grandes empresas turísticas, modalidad que el autor rechaza de manera tajante: “Rescatemos –escribe– esa parcelita de aventura en este mundo tan excesivamente ordenado, no nos permitamos salir de viaje como si fuésemos el vulgar cargamento de una agencia utilitaria”.
Viajes. Una selección está editado con una portada sugestiva que muestra el dibujo de la figura del propio Stefan Zweig asomándose con medio cuerpo fuera por la ventana de una locomotora, representada con trazos sencillos. La chimenea de la máquina va dejando extender una humareda que toma las formas del mapa de Europa. Un dibujo expresivo y simple que anuncia un interior también sobrio, con un repertorio de viajes que van desde las primeras fechas del siglo hasta las últimas de los años treinta del siglo pasado.
Zweig escribe sobre Brujas, Amberes, Ostende, Londres, Sevilla, Ypres, Aviñón, Roma… Y sobre algunos asuntos colaterales, como la nostalgia que siente por el emblemático hotel suizo, el Schwert de Zúrich, que de mesón medieval y hotel famoso se ha convertido en una oficina de la hacienda pública, tras haber hospedado a personajes como Mozart, Goethe, Madame de Staël, Casanova, Cagliostro y otros.
Stefan Zweig plantea interesantes y sugestivas interpretaciones sobre la historia, la geografía y la sociología que enriquecen mucho la perspectiva para mirar la conjunción de la naturaleza exuberante de la montaña alpina con el paisaje urbano de Salzburgo, o las razones para entender cómo se construye en la Edad Media la colosal mole pétrea de la catedral de Chartres, perdida en una pequeña población de la inmensa llanura agrícola del Loira.