Teología-para-incrédulos

Teología para incrédulos

AUTOR

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2020)

Nº PÁGINAS192 págs.

PRECIO PAPEL14,50 €

GÉNERO

Un título como el de este libro puede disuadir de su lectura tanto a incrédulos como a creyentes. A creyentes porque promete una teología que, de manera explícita, los excluye. Al incrédulo quizás lo que le puede sugerir es que contiene un arsenal de argumentos con los que doblegar, a golpe de dura lógica y racionalidad, la cerviz del que no se deja acompañar por la fe en el camino de la vida.

Pero el que ha leído a Juan Arana sabe que ese título tiene que encerrar algún truco. Al sobrevolar con la mirada los epígrafes es cuando la intriga despierta más aún el apetito de su lectura. No se enumeran los argumentos más conocidos para demostrar la existencia de Dios. Más bien parece lo contrario: lo que se enuncia son los mayores dardos que se lanzan hoy en día contra la fe católica. Se piensa entonces en alguien que no tiene nada que perder y que está dispuesto a pisar todos los charcos que aparecen en el camino.

Enumero aquí algunos de esos charcos: la antipatía de los creyentes, el clericalismo, crímenes de la Iglesia, Judas, para qué sirve la religión, el problema del mal, la fe del rebaño y las dudas de los pastores, experiencias extraordinarias y otros muchos que concluyen con un misterioso “Cuesta abajo”. Casi se podría pensar que el truco del título consiste en que el contenido lo que va a hacer es reforzar la “creencia” del incrédulo.

El autor no se somete en este ensayo al rígido estilo académico que tan bien sabe ejercer cuando se lo propone. Pero tampoco deja de ser el Juan Arana que conocemos: su prosa está llena de chispa, humor, ironía, profundidad, y muestra ese raro sentido común que está reservado a unos pocos. He caído en la cuenta de que durante su lectura he mantenido siempre una sonrisa. En ocasiones me ha hecho soltar una carcajada. Y no pocas veces he tenido que volver y detenerme ante una frase.

No hay mejor modo de dirigirse a crédulos e incrédulos, y también a creyentes, que poner sobre el papel, con cautivadora sinceridad, el propio itinerario interior. Es lo que hace Arana, que desvela el suyo con simpatía, sin ocultar las dificultades, tristezas, alegrías, pesares y agradecimientos que componen un cuadro creíble hasta para los incrédulos.

No pretende resolver ningún problema ajeno. Me parece que al incrédulo más obstinado al que se dirige es a él mismo. Y lo sorprendente es que permite al lector acompañarlo en el camino de su conversión. Una conversión en la que el pensamiento juega un papel principal, lo que tampoco es normal hoy. Así, en el primer capítulo se puede leer: “¿Y la filosofía? No es que con ella consiga uno sacar petróleo con el primer golpe del pico, pero al cabo de cincuenta años de brega, a mí por lo menos me ha llevado a Dios. Y por ello estaré agradecido en lo que me reste a ambos, a Dios y a la filosofía”.

Se trata, claramente, de un libro de madurez. No de una madurez intelectual, que ha quedado sobradamente demostrada con otras muchas publicaciones, sino de una más profunda, vital, auténticamente filosófica, que rebosa respeto y humor con contendientes y amigos, sean estos contendientes o no, y que hace pensar a todos.

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