Relaciones misericordiosas

Relaciones misericordiosas

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALKegyelmi viszonyok

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2023)

Nº PÁGINAS152 págs.

PRECIO PAPEL16 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Los ocho “relatos mortales” –como los llama el subtítulo– que reúne la última obra traducida al castellano de László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954) pueden servir como introducción a uno de los narradores europeos más sobresalientes de los últimos años antes de enfrentarse a cualquiera de sus novelas. Estas, más complejas formalmente, son una recomendación imprescindible para quienes busquen voces distintas.

En Relaciones misericordiosas, en cambio, el estilo resulta asequible y directo, casi sencillo, aunque sigue trasluciendo a un escritor capaz de articular frases tan inacabables como irresistibles. No pasa una página sin que aparezcan comparaciones afortunadas o vaivenes en el ritmo y el tono que solo consiguen los mejores autores.

La mortalidad a la que alude el subtítulo es la que acaba sorprendiendo a varios de los protagonistas, casi siempre en situaciones un tanto extremas: una huida por motivos políticos, un robo que se tuerce, el derrumbamiento de un régimen bastante identificable que sepulta a sus ciudadanos-prisioneros. La unidad entre todos ellos –excepto dos, que narran la misma historia con distintas perspectivas– se establece más por esa clase de evocaciones que por sus tramas respectivas.

Los dos cuentos que tienen como protagonista a un guardabosques furibundo son una muestra magnífica de estos rasgos, y la alusión al japonés Yukio Mishima en el segundo ofrece una pista más del propósito de Krasznahorkai. La muerte se presenta bajo máscaras grotescas, cuando uno va a cortarse el pelo o mientras otro se empeña en buscar emisoras de radio y elude sus auténticos deberes. Este espíritu gótico concuerda bien con el trasfondo reflexivo de los cuentos, que plantean cuestiones profundas sobre la libertad, la belleza o la trascendencia, pero –incluso a falta de un planteamiento más hondo– la capacidad de evocación y el deje irónico ofrecen unas estampas, por encima de todo, divertidas.

La caricaturización del totalitarismo es muy notable en el desconcierto constante de los protagonistas, que nunca saben a qué atenerse. Entre la misericordia del título y la letalidad de los desenlaces, aflora la condición tendente al ridículo del ser humano, que empapó sin remedio hasta los rincones más oscuros de la Hungría comunista.

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