Piedra papel tijera

Piedra, papel, tijera

TÍTULO ORIGINALKamen, nózhnitsy, bumaga

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2022)

Nº PÁGINAS328 págs.

PRECIO PAPEL23,95 €

PRECIO DIGITAL11,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Maxim Ósipov (Moscú, 1963) es una de las voces más destacadas de la literatura rusa actual. Autor de ensayos, novelas y obras de teatro es, sin embargo, en el relato breve donde ha conseguido más prestigio. Piedra, papel, tijera es la segunda colección de cuentos que se publica en España tras El grito del ave doméstica (2015). Ósipov es médico en la pequeña localidad de Tarusa, a unos cien kilómetros de Moscú.

Para Ósipov, el relato es el género que mejor se adapta a sus pretensiones estéticas. No busca argumentos cerrados, ni historias redondas. Como ha confesado en una entrevista, “escribo sobre lo insignificante o vacía que es la realidad, sobre la persona, el ser humano, no sobre el ruso del siglo XXI”. En sus cuentos “no hay esperanza; no es una mirada negra, pero a lo sumo, dan para la compasión”; y subraya que no quiere “dar mensaje alguno” (El País, 18-01-2022).

Su condición de médico le emparenta con grandes escritores rusos, como Antón Chéjov o Mijaíl Bulgákov, y le da, al igual que a ellos, materia literaria. En esa profesión, dice, “entras en contacto con la gente, la vida y la muerte”. De esa experiencia proceden muchos de sus personajes, que atraviesan sus relatos portando una desesperanzada cotidianidad.

Como Chéjov, Ósipov destaca por la piedad con que traza la existencia de unos personajes que representan la Rusia actual, en la que conviven gentes marcadas por situaciones históricas muy distintas. Hay un fuerte contraste entre los viejos imbuidos de las ideas comunistas y la generación de la perestroika y la caída del régimen soviético, más atraídos por el dinero. Y, finalmente, conocemos a los jóvenes, protagonistas de varios relatos, que están descontentos con el devenir político y social de su país, y ansían emigrar, con la esperanza de cumplir sus sueños en el extranjero.

Pasado, presente y futuro de Rusia atraviesan unos relatos sencillos, donde en muchos casos no hay una historia clara, sino una sucesión de escenas y personajes que muestran los claroscuros de la vida. Esta deliberada falta de sustancia narrativa puede dejar fríos a algunos lectores, aunque para otros quizás sea la clave de lectura, pues ese fluir desganado de la existencia, con sus luces y sus sombras, quizá encierra un trozo del alma rusa.

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