Civiles y militares siguen llevando la guerra a cuestas cuando acaba. No hay ilesos entre los supervivientes. Walter, el padre de Ralf Rothmann (1953), era un granjero de diecisiete años cuando lo enrolaron “voluntario” en las Waffen-SS. La guerra estaba perdida y, en el frente, miles de muchachos como él solo deseaban escapar con vida de ese infierno. Tras una formación muy escasa, las tropas eran despachadas al este, hasta que los rusos las fueron cercando en las fronteras de
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