Con esta novela, publicada por vez primera en 1909, Jack London (1876-1916) da la impresión de querer exorcizar sus demonios personales al hacer una confesión ficcionada del camino que le llevó de marinero, vagabundo y trabajador manual sin estudios a escritor de fama y posición económica. Martin Eden es un joven que se gana la vida en el mar al que la casualidad introduce en el hogar de una familia acomodada. Allí se enamorará de la hija, y para tratar de ponerse a su altura y conquistarla, comenzará un proceso autodidacta de formación cultural, científica y literaria. La brutal lucha que conlleva su empeño terminará por hacer que el medio supere al fin y hará de Martin un escritor reputado y rico.
Martin Eden es una viva estampa de su tiempo. El personaje que dibuja London tiene la voluntad del superhombre (de acción) nietzscheano, la veneración por la ciencia del cientifismo redentista en pleno auge por entonces, simpatías socialistas revolucionarias y desprecio por la burguesía… En la historia y en un estilo impetuoso y a veces desmañado resuenan con fuerza los ecos del pasado Romanticismo y ya se advierten rasgos de cierta literatura del XX: nihilismo, la primacía de la técnica, el compromiso político, el protagonismo de las clases bajas americanas… La novela de London es una lección de cómo el empeño personal del ser humano puede transformarlo, un elogio al poder redentor de la cultura y la educación, y una crítica a la sociedad convencional que, una vez alcanzada la fama, quiere hacer suyo y moldear al que antes dejaba al margen.
Entre líneas se ofrecen pistas, también, para quienes buscan dedicarse a la creación literaria. Incluso aunque la visión que London tiene de esta es pragmática -un medio de ganarse la vida-, no puede evitar que se refleje su pasión por el trabajo creador en la necesidad de contar historias. La misma necesidad, seguramente, que le llevó a hacerse personaje autobiográfico en esta novela.
