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La suerte de la cultura

La suerte de la cultura

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2021)

Nº PÁGINAS90 págs.

PRECIO PAPEL12 €

GÉNERO

Quienes frecuentan Aceprensa podrán haberse dado cuenta de la extensa gama de temas en las colaboraciones de Josemaría Carabante. No tenía más remedio que acabar escribiendo este ensayo, La suerte de la cultura. Un ensayo, en primer lugar, que es literatura, con una voluntad de estilo. Esto hace que el libro, de 90 páginas, sea de una lectura gozosa. Y, en segundo lugar, un ensayo que aborda, casi en transparencia, una de las urgencias de este tiempo: combatir la incultura ambiente.

De los muchos significados de “cultura”, Carabante acoge quizá el más antiguo, el que aplica al ser humano la comparación del cultivo esencial, antes y ahora, el de la tierra. Un cultivo que es multicultivo, porque el ser humano es un ser de muchas dimensiones.

Si se perdona la autocita, en 1999 publiqué Ni de Letras ni de Ciencias, en contra de esa división (en el libro de Carabante se señala sus orígenes) que de modo incomprensible se impone en muchos países a partir de la adolescencia. La suerte de la cultura, como unidad en la diversidad, está en abandonar esa bipartición, que carece de sentido. Una cosa es la especialización, inevitable, y otra poner obstáculos a que desde esa especialización se abran horizontes más amplios: poéticos, artísticos.

La suerte de la cultura está escrito en diálogo con autores que han pensado y escrito sin acatar esa dicotomía: Pascal, Goethe, Kierkegaard, Nietzsche, Benjamin, Horkheimer, Adorno, Elliot, Steiner, Girard… Perspectivas diferentes y a veces contrarias, pero que confluyen en el análisis de la diversidad de lo real y en el reconocimiento de la multiplicidad de perspectivas para acercarse a ella.

Sin decirlo expresamente, el libro se aparta, como de la basura, de lo políticamente correcto, de los tópicos impuestos por el uso superficial y ramplón de las inocentes “nuevas tecnologías” (porque ya se sabe que los instrumentos siempre son inocentes). La facilidad de expresarse sirve como excusa inconsciente para ahorrarse pensar y cultivarse.

A diferencia de la rapidez con que, por ejemplo, se escribe un tuit, “cultivarse” implica tiempo, paciencia, constancia, práctica e idealismo. Pero, como en la buena agricultura, los frutos son promesa y realidad de nuevas semillas. La suerte de la cultura es también, en cierto modo, una guía de humanidad.

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