No hay más que un camino para salir de las crisis: diagnosticar con precisión las causas. Desde este punto de vista, solo una lectura superficial del último ensayo de Antonio–Carlos Pereira, profesor honorario de Derecho Constitucional en Santiago de Compostela, podría suscitar desesperanza. Ocurre todo lo contrario: aunque parezca tremendista su idea de que la crisis que hoy nos atenaza no tiene precedentes, en realidad, sin estar convencido de ello no cabría tomar las medidas con la urgencia que se requiere.
Los cambios acaecidos –que el autor no atribuye a conspiración alguna– tienen varias dimensiones. La primera y más relevante, la antropológica; también en el campo ético, cultural, jurídico o artístico se dejan sentir los zarpazos del delirio. Al final, debido a que el ser humano de hoy no sabe quién es –ni siquiera dónde se halla lo valioso o lo que podría responder al interrogante acerca de su identidad–, por esta razón, pues, se ha producido la desintegración. Bajo este paraguas interpretativo, son simplistas muchas respuestas a la crisis.
Resulta muy interesante lo que al respecto del desacuerdo comenta Pereira: una vez que se han diluido los valores, acaba resintiéndose la comunidad. Por eso, hay un proceso paulatino que parte del miedo a decir algo que pueda herir al otro al no hablar con él. Sin trasfondo compartido, no solo se hace imposible la vida social: es que no puede reverdecer la cultura.
No es de extrañar que, a tenor de su especialidad, Pereira analiza el preocupante desacuerdo desde una óptica constitucional. Esa es la suma locura: que el texto que debería defender la dignidad y libertad humana se preste al juego sucio de quienes desean herirlas. Y eso que el libro se publicó con anterioridad al proyecto de ley de amnistía, en septiembre, cuando no estaba claro si se pondría en marcha. La obra parece algo profética; para muestra, la siguiente cita: sin un acuerdo de fondo, “las leyes o la misma magna carta pueden significar lo que desee el intérprete de turno (…) hemos cambiado tanto que lo que hay en 2023 parece casi otro régimen político”.
En cuanto a las soluciones, Pereira indica por dónde ha de transcurrir el futuro: hay que ahondar de nuevo en las raíces –familiares, culturales, etc.– y volver a lo que la transformación sin precedentes nos ha hecho perder. La última parte del libro es un canto a la posibilidad de que reconquistemos lo humano y que cultivemos, con más pasión, la libertad.